Almería
Dos Velázquez y la «Ariadna» de nuevo ante el público tras su restauración
Los retratos ecuestres de Felipe III (1634-35) y Margarita de Austria (1633), de Velázquez, y la escultura romana "Ariadna dormida", del siglo II d. C., vuelven a ser expuestos ante los visitantes del Museo del Prado tras un largo y complicado proceso de restauración en sus talleres.
En el caso de las dos emblemáticas pinturas salidas del taller del gran maestro sevillano, "Felipe III"y "Margarita de Austria", se muestran ya en la gran sala de Las Meninas, aunque con sus calidades pictóricas recuperadas y sin los añadidos del siglo XVIII que, según la restauradora Rocío Dávila, "distorsionaban"su composición.
Además, para Dávila con la restauración de los óleos se recupera la comprensión de la serie completa de la que forman parte junto a los otros tres célebres retratos ecuestres de Velázquez expuestos en el mismo espacio: Felipe IV, Isabel de Borbón y el príncipe Baltasar Carlos.
La intervención sobre los cuadros pretendía eliminar la acumulación de barnices y suciedad que había ido ensombreciendo con el paso del tiempo los colores, pero también los diferentes cambios de composición que la obra presentaba al ser pintada por Velázquez con la amplia participación del taller.
No obstante, la principal intervención se ha realizado sobre los lados de ambos cuadros, añadidos en el siglo XVIII con el fin de que tuviesen las mismas dimensiones que el de Felipe IV para ser expuestos conjuntamente en el Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro, y que ahora, con la restauración, se han eliminado, recuperando los tonos originales.
Con la eliminación de estas bandas laterales, de 50 centímetros de ancho, vuelven a aparecer algunas zonas del paisaje que habían sido pintadas por Velázquez y habían quedado ocultas, en las que se muestra, sobre todo en el caso de la reina Margarita, la sierra madrileña desde la Casa de Campo, los parterres y el cielo del atardecer de la capital.
Las bandas laterales afectaron notablemente, según los conservadores, a la lectura formal de los cuadros, especialmente al de "Felipe III a caballo", al anular la composición en escorzo por la que se había decantado su autor y que daba como resultado una imagen llena de vigor y dinamismo a la que contribuía el luminoso cielo.
Para Javier Portús, jefe de Conservación de Pintura Española del Museo del Prado, la anterior composición de las obras antes de su restauración las dejaba casi como "cuadros subsidiarios, completamente secundarios", hasta tal punto que el de Margarita de Austria era de los que tenía "la peor prensa en historiografía artística".
Con la intervención realizada sobre los mismos se constata que muchas de sus partes "son las que más calidad artística tenían"de todos los cuadros que había en el Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro, y se da coherencia al discurso planteado por Velázquez sobre la continuidad dinástica.
Rocío Dávila ha precisado que los laterales eliminados durante el proceso de restauración, en el que se han invertido dos años, se han guardado con el fin de poder exhibirlos de nuevo si en algún momento se considerase oportuno.
En el caso de la escultura romana "Ariadna dormida", creada en la época de Marco Aurelio como variante de una escultura griega del siglo II a.C., vuelve a exponerse al público en la sala circular del Museo conocida como "Rotonda de Ariadna"tras nueve meses de restauración.
La estatua incompleta fue restaurada en 1670 en el taller de Bernini, primer escultor de su época, un proceso en el que se añadieron gran parte de los dos brazos, la nariz, barbilla, un pie y otros fragmentos, en un momento en el que la reconstrucción completa de las fragmentadas estatuas antiguas era la norma.
Las uniones de los fragmentos originales o añadidos que formaban la escultura se habían deteriorado por la acumulación de suciedad y el paso del tiempo, creando unas líneas oscuras que impedían, según la conservadora Sonia Tortajada, su lectura unitaria.
Para lograr la integración visual de la escultura y percibirla como un todo se ha realizado una reintegración cromática con acuarela empleando el puntillismo como técnica diferenciadora y siguiendo los criterios de reversibilidad.
Además, se ha cambiado la base de la escultura, a la que se ha puesto sobre un pedestal de mármol macizo de Macael (Almería), mientras que se ha realizado una renovación arquitectónica de la sala con la recuperación del protagonismo por parte del ventanal central, abierto al Patio de Murillo, con el fin de una presentación más atractiva de las obras.
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