Nueva York
Julia Solomonoff: «Sexo y soledad se descubren a la vez»
La argentina presenta «El último verano de la Boyita», producida por El Deseo
En el pasado Festival de Málaga presentó su película, que analiza el atípico despertar sexual de dos niños durante un verano. Ella, Julia Solomonoff (el apellido aparece escrito en algunos sitios de maneras muy raras), se disculpa porque ha llegado un poco tarde. Y, como es argentina aunque viva en EE UU, da gusto oírle un español tan sonoro, tan abundante y florido. –El filme consigue desprender calor, el silencio de las horas muertas. Y no es tan fácil eso.–Te agradezco que lo digas. En esa época del año cambia la relación con el cuerpo, con la piel, sentimos más el mundo que nos rodea. Y, en la infancia, significa el tiempo de explorar, un tiempo vacío, mirar la naturaleza, abandono. Soy una gran defensora de ese ocio porque ya no lo tengo... Vivo en Nueva York. –Dicen que el sexo suele descubrirse en verano...–Y la soledad, ambas fuentes de conocimiento y de placer. Todos estamos solos, pero no tiene por qué significar algo negativo.–Los protagonistas del filme son niños, y usted tiene dos. ¿Ve en ellos algunas de las reacciones, de los comportamientos que refleja la pantalla? –Sí, aunque mis hijos son más pequeños. La sexualidad emerge cuando aparece la vida, ya que te relaciona contigo mismo y con el mundo. –No le sucede como a Hitchcock, que tras realizar «El hombre que sabía demasiado» juró y perjuró que jamás volvería a trabajar con menores.. ni con perros.–Para mí fue un placer. Me enseñaron mucho. Cambiamos un poco el diseño de producción para utilizar menos luces y menos gente. Lo amoldé todo a su ritmo, fue una manera de laborar no invasiva. De manera que, luego, todo fluyó. –La historia da un giro determinante cuando a Mario le sucede algo extraño, cuando aparece la mancha...–Me gusta que uses esa palabra. Una parte de la sociedad no quiere verla. Un amigo mío pintor tiene una teoría que refleja en sus obras, creadas con productos de limpieza. La nena del filme, por no saber, acepta lo que ignoramos, y, al hacerlo, comprende que hay circunstancias que son posibles y que los adultos no veríamos. Nosotros creemos conocer, nada más. De ahí, por otro lado, que se cuestione si la medicina sabe más que ella. Una vez escribí sobre mi cinta que la ciencia es otra ciencia ficción, porque su voz resulta excesiva acualmente. Además, intenté reflejar la historia desde el punto de vista de una niña, vincularme a los temores que le surgen, no médico o político. –La cinta, al cabo, habla sobre qué significa hoy ser hombre o mujer. ¿Usted conoce las diferencias entre ambos géneros? –La verdad, no. De hecho, la película gira alrededor de dicha pregunta, hasta qué punto nos define la genética, la cultura, la familia, las decisiones... Se trata de una mezcla de varios factores menos definidos y rígidos que los que nos contaron. Ahora bien, lo femenino existirá siempre, aunque con unos límites cada vez más borrosos. Hace 200 años no podíamos hacer ciertas cosas, y ahora sí. A mí eso no me asusta, la naturaleza nos sorprenderá siempre. Que un volcán y sus cenizas nos haya obligado a no poder volar... No estábamos preparados para algo así. Pero las cosas suceden, la naturaleza dispone, los humanos sólo podemos calcular...
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