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Ascenso y caída de un «tiburón»

El burlador, burlado. Phil Falcone, terror de la banca española por sus apuestas bajistas, está contra las cuerdas

Ascenso y caída de un «tiburón»
Ascenso y caída de un «tiburón»larazon

Phil Falcone puede probar que vio venir la crisis. Criado como el menor de nueve hermanos, curtido por los duros inviernos de Chisholm, un pueblucho minero de Minnesota a 160 kilómetros de la frontera canadiense, y por los golpes de «stick» recibidos como jugador profesional de hockey, ocupación a la que se dedicó justo después de terminar sus estudios de Economía en Harvard, Falcone construyó un temido y arriesgado fondo de inversión apostando en 2006 a que las hipotecas «subprime» se estrellarían.

Un año después, el mismo fondo –Harbinger Capital, su creación– acumulaba 26.000 millones de dólares. En 2007, Falcone se metió en el bolsillo 1.700 millones con sus apuestas bajistas. En 2008, mientras otros inversores y billonarios neoyorquinos se apretaban el cinturón dos agujeros más, él y su mujer –la excéntrica ex modelo Lisa Marie Velasquez, criada en el Harlem hispano– se compraban por 49 millones una mansión de 27 habitaciones en la Quinta Avenida que había pertenecido al fundador de la revista «Penthouse», Bob Guccione.

No contentos con la adquisición, en plena época de vacas flacas, los Falcone se gastaron 10 millones de dólares en renovar la propiedad, agrandando la piscina cubierta, añadiendo un gimnasio, sauna, baño turco, una sala de cine y dos vestidores inmensos para atesorar las interminables compras de Lisa Marie. Mientras tanto, la pareja vivía en otra de sus propiedades, una mansión próxima adquirida en 2004 por 10 millones de dólares.

Con el «crash» de 2008 y principios de 2009, este tiburón al que sus compañeros de equipo apodaban «Fashion Phil», por su afición a la ropa cara, comenzó a invertir a la baja enormes cantidades de su fondo contra los bancos españoles. Y no precisamente contra cualquiera.
Apostó sobre todo contra Santander y BBVA, pero también contra el Banco Popular, hasta tener un 1,6%. El asedio de Harbinger Capital a la banca española, una situación que aún perdura con otros actores, comenzó en octubre de 2009 y se mantuvo año y medio, hasta que Falcone decidió ir retirando sus posiciones para embarcarse en otros proyectos más «creativos».

Durante esos meses de infarto, Falcone –y otros «hedge funds» estadounidenses– manejaron como a peleles a los grandes bancos, tumbando sus cotizaciones en un escenario ideal para las prácticas de estas «hienas» de las finanzas.

Falcone dedicó sus esfuerzos a construir un coloso de las telecomunicaciones que revolucionaría los colapsados accesos a internet en un mundo de dispositivos móviles. Una vez más, Falcone vio venir el futuro. Y se la jugó. Comenzó a colocar su dinero y el de sus socios en LightSquared, adquirida en 2007 como Sky Terra, para levantar un red wifi por satélite. Verizon y AT&T también competían en el megaproyecto, pero Falcone contaba con un as en la manga: sus excelentes relaciones con los demócratas y su proximidad a Obama.

Sin embargo, la apuesta de su vida le ha salido mal. La Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) ha tumbado el proyecto –al que previamente había dado su aprobación– después de comprobar, tras varias pruebas, que la señal de LightSquared corre el riesgo de generar interferencias en el intocable GPS (Global Position System), el sistema de uso civil y militar que utilizan desde los aviones hasta los «smartphones». Con los aliados de Falcone en retirada, por el camino se pueden quedar 3.000 millones invertidos por este «tiburón» acostumbrado a las emociones fuertes. Para pelear por su sueño, en contra de sus socios, que le exigen que declare la bancarrota de la empresa, Falcone está vendiendo acciones y empresas de su propiedad, la última, una minera brasileña.

Por si fuera poco, además afronta ahora el acoso judicial de la Comisión de Cambio y Valores (SEC), que le imputa la sustracción de 113 millones de su fondo para pagar sus impuestos de 2008, acusaciones sobre el trato preferente otorgado al banco de inversión Goldman Sachs, inversor de su propio fondo, y la posible manipulación de los mercados con los bonos de un «holding».

Pero que nadie le dé por acabado. Falcone comenzó trabajando en 1985 en Wall Street como gestor de «bonos basura». Su primer sueldo fue de 20.000 dólares. En 1991, perdió todos sus ahorros en un negocio en Nueva Jersey. Tenía 27 años y el banco congeló sus cuentas. Nunca les perdonó.

 

Tiempos dorados
Atrás quedan los días en los que Falcone llegó a ser accionista de referencia de «The New York Times» y Alicia Keys cantaba en el cumpleaños de sus gemelas (Carolina y Liliana) y su esposa, Lisa Marie, era la estrella en todas las fiestas. En 2010, fue nombrado uno de los peores gestores de fondos por un popular blog financiero. Pese a que en 2007 logró un retorno del 114% para su fondo, el 29,3% en 2008 y el 46,5%, en 2009; en 2011, Harbinger sólo movió 7.000 millones.