Kiev

Del recogimiento a la superstición

Del recogimiento a la superstición
Del recogimiento a la supersticiónlarazon

Llegó el empate contra Italia y España se recogió sobre sí misma. El grupo de jugadores que atendía a los medios de seis en seis se vio reducido. Primero cuatro, luego dos. «La Roja» se sentía atacada desde fuera y necesitaba fortalecerse desde dentro. Con la ayuda de Vicente del Bosque, el equilibrio que ha mantenido unido al grupo y ha hecho posible que España ganara la Eurocopa por tercera vez. Nadie la ha ganado más veces, sólo Alemania puede presumir de los mismos títulos. Algo que parecía impensable hace sólo cuatro años.

Con el paso de los días y de los partidos, los internacionales comenzaron a sentirse cómodos, a disfrutar en el campo y fuera de él. Hasta llegar a los días previos en la final en los que Vicente del Bosque decidió que los entrenamientos no eran lo más importante. «No se les puede cargar mucho, hay que reactivarlos antes de la final», decía el seleccionador. Y la convivencia se hizo más relajada. El día libre después de derrotar a Portugal en semifinales, los jugadores lo pasaron en el hotel de sus familiares, que era el mismo de la prensa. Las carreras del hijo de Juanfran se tropezaban con las maletas que todavía estaban desparramadas en el hall del hotel. Y para cenar, hamburguesas del McDonald's más cercano porque ya estaba cerrada la cocina. Del Bosque sabía que el trabajo estaba hecho, que lo importante era la normalidad. Y la estancia con los familiares se prolongó la mañana siguiente. Mientras el seleccionador atendía a varios medios en los salones de la entrada del Hotel Opera de Kiev, Fernando Torres jugaba con sus hijos sentado en las escaleras de la cafetería junto a Olalla. Y el único gesto de Vicente del Bosque era levantar el tono de voz para que la grabadora recogiera bien sus palabras. España estaba tranquila porque sabía cómo se ganan las finales. Y demostraron que no se les ha olvidado.

Después, en la previa del partido llegaba el terreno de la superstición. Cada rueda de prensa previa al partido comenzaba con la misma pregunta del mismo periodista: «¿Puede facilitar la alineación? Muchas gracias y mucha suerte». La inercia se convirtió en costumbre, Del Bosque esperaba cada día esa pregunta. El día antes de la final no era Paloma Antoranz, la jefa de prensa de la Federación, la que repartía el turno de preguntas, pero ante la sonrisa del seleccionador, señaló a la segunda fila y dijo: «La primera pregunta la hace aquel señor». Preguntó. Como siempre. Y España ganó. Como siempre.