Sevilla

ANÁLISIS: El gregario Torrijos demarra en solitario

«Picado» por los dardos de espadas, IU pasa al ataque y marca las distancias

La Razón
La RazónLa Razón

Escocido por las referencias despectivas a la labor de IU realizadas en los últimos días por Juan Espadas, y también metido en su papel de marcar las distancias con el PSOE de cara a su reducido pero fiel electorado, Antonio Rodrigo Torrijos le ha soltado el primer tantarantán de la campaña al candidato socialista. Su recomendación de que hiciera «un cursillo acelerado sobre la realidad de Sevilla» y la alusión a su falta de «entidad intelectual» escriben un capítulo desconocido en su relación con Alfredo Sánchez Monteseirín, marcada por la dependencia y el respeto mutuos. Sí ha habido algunas críticas, pero pasadas por el fino tamiz de la corrección política, sin entrar nunca en alusiones personales.

- Gajes del oficio. Con todo, Espadas no le ha dado mayor importancia a la salida de tono, consciente de que forma parte de la puesta en escena de este periodo, aunque sí contestó con agudeza y elegancia aludiendo al «nerviosismo» del primer teniente de alcalde por sus continuas advertencias-amenazas de que está dispuesto a gobernar en solitario sin contar con él. Postura ésta del flamante senador socialista que también encaja a la perfección en el manual del político en campaña. Después, las urnas pondrán a cada uno en su sitio.

- Molestas pullas. Aceptando por tanto que cada uno actúa según las directrices de lo que se supone que deben decir y hacer, no deja de ser cierto que a Torrijos no le han sentado nada bien algunos dardos de Espadas cuestionando el trabajo de IU o las condiciones del pacto de gobierno con el PSOE. No se caracteriza el exsindicalista por ser un buen encajador de críticas y tiene querencia por entrar rápidamente en el terreno personal para contestar. Además, su tono desabrido provoca que hasta un elogio pase en ocasiones por un insulto, algo que tampoco ayuda a normalizar las relaciones.

- Paso al frente.
A pesar de que ha desempeñado –sobre todo en este segundo mandato próximo a finalizar– un papel protagonista de cara a la ciudadanía a fuerza de escándalos, polémicas y visitas a los juzgados, Torrijos ha sabido ser un fiel escudero de Monteseirín. Ambos, salvo contadísimas y leves excepciones, se han mantenido al margen de las cuitas ajenas, a pesar de que con su silencio se convirtieran en cómplices de desmanes ajenos. Conscientes de que uno y otro se necesitaban para perpetuarse, han andado con mucho cuidado de no pisarse los callos. «Gregario del PSOE con un discurso huero», titulaba LA RAZÓN de Sevilla para resumir la participación del líder de IU en el debate a cuatro celebrado en Televisión Española antes de las municipales de 2003. Así se comportó entonces y así lo ha seguido haciendo, actuando como muñeco de pimpampum amortiguador de buena parte de los golpes que debía recibir el alcalde. El propio Monteseirín asegura que Torrijos tiene más relevancia mediática que peso real en el Gobierno, algo de lo que se ha beneficiado. Pero ahora ha llegado Espadas, anunciando que con él se acabaría la barra libre –¿sería verdad?–, censurando que IU dirija algunos distritos con un criterio distinto al del PSOE y ridiculizando los presupuestos participativos –«votas a las nueve y media de la noche y gana una propuesta porque los demás se han ido a casa»– y a Torrijos le ha salido urticaria. Así que quiere demarrar y dejar atrás al líder. ¿Llegará a la meta?