Crítica
Belcanto a lo bestia
«Norma»De Bellini. Voces: V. Urmana, S. Ganassi, F. Hong, C. Colombara, S. Fernández, A. Veramendi. Coro y Orquesta Titular del Teatro Real. Director: M. Zanetti. Teatro Real. Madrid, 20-V-2010.
En mi discoteca hay una vieja grabación de «Norma» con Zinka Milanov de 1954 que se aproxima más a la versión ofrecida en el Real que muchas de las más recientes. En este Bellini se ha escuchado bel canto a lo bestia. Últimamente se ha experimentado una tendencia a devolver los colores originales a Norma y Adalgisa, restituyendo para ambas la cuerda de soprano.
Sin embargo, esta vez subieron al escenario dos mezzos: Urmana y Ganassi. Cierto es que algunas mezzos agudas –«falcon» se denominan– como Bumbry o Verret han incorporado la sacerdotisa a sus repertorios y es lógico, puesto que se trata de uno de los papeles de mayor interés de la historia lírica. Sin embargo, sus tesituras nunca podrán responder fielmente a las notas escritas por el autor. Si para cualquier soprano resulta inclemente la cabaleta «Ah bello a me retorna», mucho más lo es para una voz de mayor gravedad. Otro tanto cabe decir del trío final del primer acto.
Sucedió así con Urmana, una cantante que ha evolucionado desde su maravillosa Kundry a la Gioconda o incluso Isolda. Cantar todo bien resulta muy complicado y ella lo debe saber cuando se anunció por megafonía que cantaría a pesar de sufrir un proceso gripal. Afortunadamente la ópera contiene un segundo acto de carácter más dramático, y ahí es donde Urmana pudo mostrar todo su arte, que es cuantioso. Se lució en «Dormono entrambi», en el «Qual cor tradisti» y llegó a emocionar en «Deh! non volerli vittime».
Junto a ella intervino Sonia Ganassi, una de las mejores Adalgisas, impecable de principio a fin. Ambas entusiasmaron en sus dúos, pero muy especialmente en el «Mira o Norma». Al escucharlas volvían tiempos pasados en los que las grandes y extensas voces eran lo prioritario. También eran voces importantes las del bajo Colombara y el tenor Francesco Hong, aunque éste empezase un poco fuera de estilo. Cumplió el coro Intermezzo, en cuya última fila podía verse a Sonsoles Espinosa, y también la orquesta, siendo baza fundamental la vitalista dirección de Zanetti, un nombre a no olvidar. Un claro triunfo.
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