Música

Los Ángeles

Solomon Burke deja vacío el trono del soul

Burke (Philadelphia, 1940) falleció por causas aún desconocidas durante el vuelo que lo trasladaba de Los Ángeles (EEUU) a Amsterdam.

El músico estadounidense Solomon Burke
El músico estadounidense Solomon Burkelarazon

Otro que se va. Solomon Burke, una de las figuras más enormes –en todos los sentidos– de la historia del soul murió ayer en el Schiphol Airport de Ámsterdam a los 70 años, por causas todavía desconocidas, aunque probablemente vinculadas a problemas coronarios. Atrás dejó una influencia muchísimo más notoria que su impacto comerical, siempre inferior al que mereció. Burke nació el 21 de marzo de 1940 en Filadelfia.

Empezó su carrera como predicador, transformando los versículos en versos de canciones, y luego pasó a componer temas para Apollo en la segunda mitad de los años 50, siendo todavía muy precoz. Pronto se vio que Burke no era uno más. Proponía un fraseo muy elegante y contenido, junto a composiciones que dejaban traslucir una poderosa influencia del country. Toda una herejía en la época para la comunidad negra… y blanca.

Adoración blanca
Nunca en su vida tuvo un «top 20», pero la historia sí deja hueco para un buen puñado de canciones memorables: «Just Out of Reach», «Cry to Me», «If you Need Me», «Got to Get You Off my Mind», «Tonight's the Night» y muchas más. Burke tenía el secreto del recitado y una capacidad asombrosa para mezclar estilos como el soul, el country, el gospel, el r&b y cualquier cosa que le sonara bien.

Y toda una nueva generación de artistas (blancos) comenzó a adorarle. Por ejemplo, los Rolling Stones , que en 1964 grabaron «Everybody Needs Somebody to Love». Nada más escuchar la canción, Jagger y Richards se enamoraron de ella y decidieron grabarla de inmediato. También tipos como Rod Stewart, Elvis Costello, Tom Waits o Southside Johnny manifestaron su devoción por el predicador. Y el mítico Jerry Wexler, productor del sello Atlantic, le proclamó como «el cantante de soul más grande de todos los tiempos».

En 1969 tuvo su mejor éxito con la versión del «Proud Mary», de John Fogerty y después, como tantos otros, pasó al lado oscuro de la carretera, olvidado por la industria y marginado por las nuevas corrientes de la música negra. Su peregrinaje por diversas casas de discos tampoco le ayudó a conseguir la estabilidad. Pero cuando parecía casi retirado de la música, se cruzó en su camino el bendito músico y productor John Henry, quien en 2002 le propuso grabar un nuevo álbum. Se llamaría «Don't Give Up on Me» y le devolvería al primer plano de la actualidad musical.

El éxito comercial y artístico del disco volvió a situar a Burke en el mapa, y el hombre, con sus 150 kilos de peso, regresaría a las giras, siempre sentado en el trono exclusivo construido para él. «Mientras me quede aliento para seguir cantando, lo haré, con la ayuda de Dios», declaró en una entrevista al diario británico «The Telegraph». Así fue. Burke deja 21 hijos, 90 nietos y 20 bisnietos. Se puede decir que vivió una vida plena y dejó una enorme sombra, como corresponde a uno de los más grandes de la historia del «soul».


El álbum que lo inscribió en la historia
Cuenta la leyenda que Joe Henry, apasionado coleccionista de música, no quiso desprovechar la oportunidad de grabar junto a uno de sus grandes ídolos y en cuanto pudo ofreció a Burke un proyecto que no podía rechazar. El nuevo álbum, «Don't Give Up on Me», se grabaría al viejo estilo y con libertad absoluta del artista. Henry le trajo un montón de canciones y luego Burke eligió aquellas que tuvieran los mejores versos y las líneas más emotivas. «Si no me creo la historia, no hay nada que hacer», dijo. Y confió en temas firmados por Bob Dylan, Elvis Costello, Tom Waits, Nick Lowe, Van Morrison y Brian Wilson. Es decir, la realeza blanca de la composición. El disco fue saludado inmediatamente como un gran «comeback» y las más importantes revistas de música le dieron las mejores calificaciones. Con este trabajo, Burke ganó un Grammy al Mejor Disco de Blues Contemporáneo y dejó no sólo uno de los mejores álbumes de la década, sino uno de los mása sólidos trabajos de soul de todos los tiempos. Seguramente éste sea el álbum, grabado a sus 62 años, por el que pasará a la historia de la música.