Estados Unidos

Los islamistas encumbran al «Santo Guerrero»

La muerte de Osama Ben Laden ha levantado diversas reacciones en el mundo árabe. En realidad, si se contempla desde la perspectiva del entramado político de esta convulsa región, se ve claramente cuáles son los intereses de cada uno.

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Los gobiernos que se felicitan por la desaparición del líder de Al Qaida son los llamados «moderados» y los que la condenan son los «extremistas». En la dividida Palestina, la Autoridad Nacional calificó ayer de «acontecimiento positivo para la paz y la seguridad del mundo» la muerte de Ben Laden, mientras que el movimiento fundamentalista Hamás condenó desde Gaza «el asesinato de un santo guerrero».

La facción Yihad Islámica rehusó hacer ningún tipo de declaración. El mismo silencio que adoptaron los países del Golfo Pérsico. Únicamente, el Gobierno del Yemen, país en el que residió el líder de Al Qaida, acogió con satisfacción la noticia, pero en las esferas gubernamentales. «Esperemos que sea el principio del fin del terrorismo», declaró el presidente Alí Abdalá Saleh. Por su parte, el principal partido de oposición, el grupo ultraconservador Al Islah, ha condenado la muerte sobre todo «porque nunca sabremos realmente lo ocurrido el 11 de septiembre de 2002.

Estados Unidos debía haber capturado a Osama y haberle hecho hablar ante la Justicia», dijo el líder de la organización, Bafadel Abdulrahman, quien agregó que con el fallecimiento de Ben Laden se espera que ahora «Estados Unidos deje de intervenir en nuestros países en nombre de su propia seguridad. Nosotros somos las víctimas reales de esa guerra, no ellos», recalcó Abdulrahman.

Arabia Saudí, lugar de nacimiento de Ben Laden, emitió un comunicado en el que expresó su deseo de que la muerte del cabecilla de Al Qaida ayude a acabar con el terrorismo en todo el planeta. La información se conoció a través de la agencia oficial saudí, SPA pero con mucha cautela ya que los gobiernos de los países árabes han sido muy cautos al calificar lo ocurrido, para evitar de esta manera exacerbar el islamismo radical, más ahora con las revueltas que se viven en diferentes naciones de la región.

Desde Egipto, los Hermanos Musulmanes dijeron que los soldados estadounidenses deberían retirarse de Afganistán e Irak tras la muerte del enemigo número uno de EE UU. «Con la muerte de Ben Laden, una de las razones por las que se ha estado practicando la violencia en el mundo se ha eliminado», destacó Essam al Erian, miembro de la junta gobernante de la hermandad musulmana.

También, la máxima institución religiosa, Al Azhar, definió sin medias tintas como «un pecado» la sepultura en el mar anunciada por Estados Unidos con el hecho consumado, sosteniendo que, incluso el cuerpo de una persona que muere ahogada, es recuperado y puesto en tierra. Entre tanto, ni la Liga Árabe ni la Conferencia para la Organización Islámica (COI) se adentraron en valorar la muerte del líder de Al Qaida. Para el secretario general de la Liga Árabe, Amru Musa, ninguno de los 22 países que integran esta organización han «apoyado a Al Qaida ni a ningún tipo de violencia».