Jubilación

Las caras del dinero

La Razón
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Esta vez (disculpen los lectores que en estas últimas andanadas me haya fijado en películas para centrar el tiro pero, ¿no es la cinematografía el arte mayor para representar la realidad?, y, aunque la gran mayoría de los filmes sirven para confirmar la fe y entretener al personal, ¿no se escapan algunos que tratan de decir algo?), pues esta vez me ha tocado un documental de Charles Ferguson, «Inside Job», que se centra en EE UU y la crisis de los 80 hasta el presente (llamémosla, al estilo épico, la Larga Crisis: no hay cuidado de repentinos derrumbes y banqueros tirándose de los rascacielos como en 1929; el Capital aprende mañas a lo largo de los años) y consiste en una ristra de caras de economistas, banqueros, agentes de bolsa, directivos , investigadores del Fisco, ingenieros de finanzas y la tira, respondiendo al encuestador, defendiéndose, atacando, opinando de las causas del mal y su futuro y cómo remediarlo; una ristra insoportable, y más para los que no creen a su vez entender lo que pasa con el dinero.

He salido derrengado, con los ojos escociéndome de ver pasar tantas caras y tratar trabajosamente de oír lo que decían esas bocas. Casi no me queda sitio para vengarme. De la buena intención de los realizadores no me cabe duda, sólo que de buenas intenciones… Lo más grande del error es esto: que el dar tal importancia a las opiniones contribuye a la ilusión de creer que saben lo que dicen y hacen y que son los responsables del tinglado. «Pero ¡coño!», dirá alguno, «el caso es que a veces, sin saber, aciertan». Y sí, a fuerza de tantear el ordenador, cualquier listo aprende a hacer lo que el ordenador mande. Pero lo peor del error es que, con esa atención a las personas, se nos escapa la gracia de descubrir que el dinero, los capitales y las empresas desarrollan mañas para mantenerse y progresar. ¿A que no acaba de creérselo? Claro: Vd. cree en las personas. Pero no se palpe, por favor, la cartera: eso son sólo chucherías que el Capital le echa para que se entretenga haciendo cuentas y no se le ocurra pensar en otra cosa.