Londres
París sí echa humo
Kate Moss desafió, cigarrillo en mano, la ley antitabaco francesa en el cierre de la Fashion Week
Humeante y al rojo vivo cerró ayer, tras ocho días de desfiles, la Fashion Week de París. Y no sólo en el sentido más literal, cuando la top británica Kate Moss coronó el «show» de Louis Vuitton cigarrillo en mano, indolente y seductora, desafiando sin apuro alguno la restricción legal que prohíbe fumar en cualquier espacio público cerrado. También, porque sobre la pasarela, ambientada en los años treinta, se deslizaba una colección dedicada a esos que son los oscuros objetos del deseo.
Sin embargo, las bocanadas exhaladas por la modelo no sorprendieron a los presentes, sino más bien todo lo contrario. De hecho, su aparición fue la sorpresa de la jornada. La musa de Marc Jacobs, director artístico de la prestigiosa marca de marroquinería, batió la alfombra enfundada en un ceñido mini-short, cubierta con una chaqueta de espeso encaje negro y voluminosas mangas en pelo sintético, y se contoneó montada en unas botas caladas de caña alta, recogiendo a su paso una encendida ovación y sonoros aplausos. Hace ya algún tiempo que la modelo estrella de los años noventa ha pasado de lucirse sobre los podios a la primera fila para contemplar los desfiles desde la barrera, por lo que este retorno causó especial expectación. Sobre todo porque no se la veía desfilar desde la Fashion Week de Londres en 2008, cuando lo hizo para la firma The House Of Blue Eyes. Como el resto de las maniquís, la top emergió de un ascensor con verjas doradas que recordaba al decorado de Gran Hotel de Edmund Goulding. Aunque las siluetas de Jacobs para Vuitton, que buceó en la estética porno de los años cuarenta, resultaban más lúbricas y provocativas que el personaje de Greta Garbo en ese filme de 1932. «Queríamos hacer algo acerca del fetiche, no necesariamente sexual, pero sobre la obsesión casi irracional del deseo por los objetos de moda», explicó el diseñador al término de un desfile que a imagen de Burberrys fue transmitido en directo a través de Facebook. Y si para «chez Vuitton» hay un objeto de deseo codiciado por toda fémina, o casi, es el «Lock-it». Un bolso cerrado por una cadena, un gran clásico de la casa que ayer acompañaba a cada modelo en su versión cocodrilo, pitón o en monograma lacado con las siglas de la firma.
Call-girls, amantes y esposas
Sobre el escenario, botones y sirvientas animaban el ambiente. «Paso buena parte de mi vida en los hoteles y me gusta observar su vida secreta, y en concreto el vaivén de las call-girls, las amantes y las esposas», comentó con humor el creador, para quien «la moda es un juego de rol donde podemos inventar personajes». Un desfile de tintes retro y un aire de nostalgia que ha impregnado esta semana del «prêt-à-porter» parisino para el próximo otoño invierno que ha visto regresar a varias grandes de la pasarela.
El detalle
VUELVEN LOS 90
Siempre en contra de las tendencias –que actualmente eligen a modelos jóvenes–, ayer Louis Vuitton recurrió a Kate Moss para dar la campanada. Pero también sacó a la pasarela a otras «top» de los años 90, como la reaparecida Naomi Campbell –que puede convertirse en la próxima presentadora de «The Factor X», el OT americano–, Stella Tennant y Amber Valleta, elegidas expresamente por Jacobs para llevar esta colección llena de sensualidad y evocación al fetichismo.
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