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La revolución azul por Ángel del Río

La Razón
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Carmen Muñoz, la policía municipal de Madrid asesinada en acto de servicio, pertenecía a la segunda promoción femenina del Cuerpo. En aquellos años tiempos de principios de la década de los setenta, la incorporación de la mujer a un cuerpo policial constituyó una auténtica revolución social. En principio se pensó en destinarlas a labores auxiliares, como ayudar a cruzar la calle a ancianos o personas inválidas.

En 1972 se creó la Quinta Agrupación Mixta de Circulación. Lo de mixta no es porque estuviera compuesta por hombres y mujeres, sino porque contaba con motos y coches. Rápidamente las féminas de la Policía pasaron a ejercer labores de regulación del tráfico y a enfrentarse al machismo, que les aconsejaba tener mejor sitio en la cocina, sobre todo cuando cometían el «atrevimiento» de multar a un varón por infracción de tráfico.

A aquellas primeras mujeres vestidas de azul no se les permitía casarse. Una de ellas lo hizo y se le abrió expediente de expulsión del Cuerpo, pero ganó el recurso presentado y se acabó esa estúpida prohibición. A pesar de las dificultades, Carmen y sus compañeras comenzaron a vencer muchas resistencias y prejuicios, demostrando su profesionalidad y eficacia. Poco tiempo más tarde hubo un intento de cambiar el reglamento en lo que a la uniformidad se refiere. Se prohibiría la falda-pantalón, sustituida por pantalón; se les obligaba a llevar el pelo recogido y no podían ir maquilladas, cuestión que despertó la tímida reivindicación feminista de la época y una especie de revolución, casi silenciosa, apoyada por los medios de comunicación y que dio resultados. Ganaron esta pequeña y casi anecdótica batalla. Personalmente, mi apoyo, a través de las páginas del diario «Ya», fue recompensado con un ramo de claveles azules enviado por las compañeras de Carmen. Sirva este pequeño recuerdo como homenaje a estas mujeres que durante 41 años llevan prestando una labor esencial dentro de un cuerpo policial de servicio al ciudadano, y que a veces caen, como Carmen, en manos de asesinos sin escrúpulos.