París
La conversión de Carla Bruni
Algo pasa con Carla Bruni. La primera dama francesa ha cambiado de bando político. Ya no se siente progre. Atrás han quedado sus «reacciones epidérmicas de izquierdas» y sus reflejos viscerales «sesentayochistas». Porque ser artista, intelectual y de derechas nunca ha estado bien visto, y menos en Francia. Pero he aquí que desde que la Bruni se apellida Sarkozy se ha obrado en ella una transmutación ideológica, como revelaba ayer «Le Parisien»
Entre las confidencias realizadas al diario galo, la inquilina del Elíseo confiesa que desde que algunos responsables socialistas se expresaron en los mismos términos que los ultraderechistas del Frente Nacional a raíz del episodio «Miterrand-Polanski», «ya no me siento verdaderamente de izquierdas».
El desencadenante
El apoyo que el ministro de Cultura galo, Frédéric Mitterrand –maltratado previamente por narrar noveladamente en un libro supuestas experiencias sexuales con menores– dio al cineasta franco-polaco tras su arresto en Suiza por un presunto caso de violación en Estados Unidos suscitó en Francia reacciones contrapuestas en el mundo político y en el cultural.
Así que su voto para las próximas elecciones presidenciales dentro de quince meses lo tiene evidentemente muy claro: «Nunca he votado a la izquierda en Francia, y ya lo digo, no voy a empezar a hacerlo ahora». Claro que conviene aclarar que hasta que contrajo matrimonio con el Jefe del Estado en febrero de 2008, la cantante y ex top model, de nacionalidad italiana, nunca había tenido cita con una urna gala. Y desde que emparentó con el presidente, apoyar al partido de su marido es casi un deber conyugal. Aunque no reniega de sus orígenes: «He pertenecido a una comunidad de artistas. Éramos todos "bobó"(categoría híbrida que aúna lo burgués y lo bohemio), éramos de izquierdas y en ese momento yo votaba en Italia», reconoce la primera dama.
Asegura que no tiene intención alguna de emular a su antecesora en el cargo, Madame Chirac, que de la mano de su esposo se lanzó a la política. Según un sondeo, el 66% de los franceses están «satisfechos» con ella y el 68 considera que «da una buena imagen de Francia en el extranjero», pero Bruni no está dispuesta a colgar su guitarra para dedicarse a los mítines. «Nunca será mi oficio», asevera la "first lady"gala que encuentra la política «un mundo difícil».
«Creo que es muy valiente, admiro a la gente que se dedica a ello, pero es como para el boxeo: no tengo ni los huesos ni los dientes necesarios» afirma. Aunque ya advierte de que si su marido, Nicolas Sarkozy, decide aspirar a un segundo mandato no hará campaña pero «estaré detrás de él».
En estos tres años sus apariciones públicas han sido discretas. Y es que la cantautora ha necesitado tiempo para adaptarse a sus funciones de consorte. Embajadora del Fondo Mundial contra el Sida, ha emprendido un combate contra el analfabetismo y afirma que quiere centrarse en lo humanitario a través de su Fundación, organismo que una reciente biografía no autorizada describía como una «cáscara vacía».
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