Manises

Descontrol

La Razón
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Escuchando a los controladores, ese colectivo que pretende tener todos los derechos arrebatándoselos a los demás, da la impresión de que nos están perdonando la vida y que deberíamos darles las gracias por no arruinar nuestros planes. No hay duda, nos han tomado por tontos. Dicen que en agosto no irán a la huelga por no fastidiar a los pasajeros, cuando siguen protagonizando paros encubiertos de los que nos informan fielmente los pilotos de los aviones que sufren retrasos de hasta tres o más horas. ¿A quién quieren engañar estos señoritos? Cada vez que argumentan razones de su insidiosa victimización, se desmorona todo sentido común. Su generoso sueldo se lo pagamos los que viajamos en avión, y en contraprestación, nos toman como rehenes de su hipócrita y vil chantaje.
Su portavoz lleva días llorando por los rincones porque dice que en julio trabajó 160 horas y cobró 7.000 euros. Se ve que las matemáticas no son algo primordial en la prueba de acceso a controlador. Eso son 40 horas semanales. ¿Cuánto se cree que trabaja el resto de los mortales? Si están tan estresados, si se desmayan por la presión como sucedió en el aeropuerto de Manises, si tanto sufren cuando acuden a trabajar que ni el recuerdo de la nómina les alivia, lo mejor es que cambien de trabajo y dejen su puesto a otros que estén más y mejor preparados física y psicológicamente. Nadie tiene derecho a paralizar la economía de un país, a complicarle la vida a millones de personas, a privarles de sus derechos. Nadie debería tener ese poder y si alguien lo sustenta, habrá que ver la manera legal de impedírselo. Quizá urja una ley de huelga. O mejor, una merecida huelga de ciudadanos, porque ya está bien.