Moda
El testamento de Galliano
En una presentación sin precedentes, la firma del diseñador, que sigue en paradero desconocido, desplegó su última colección en un exclusivo palacete parisino
Galliano se va. Dior se queda. Y en las tiendas parisinas de la firma, las ventas se mantienen. O al menos eso parece. Véanse los mostradores del «córner de maison» en Galerías Lafayette y el plasma donde se sigue mostrando el desfile de las prendas de esta primavera –eso sí, sin el saludo final del diseñador–. Lo cierto es que no hay previo a un desfile que se precie esta semana del prêt-à-porter en el que no se juegue a los chinos quién sucederá al gibraltareño o se eche algún órdago sobre un futurible y trágico final. Pero en cuanto el personal toma asiento, las luces se atenúan y la primera modelo salta a pasarela, Galliano y toda su comidilla se van por la puerta de atrás.
El mundo de la moda ya estaba expectante desde el viernes porque se había anunciado que el pase de la marca «John Galliano» –de la que Dior es propietaria en un 90%– no iba a ser un desfile «al uso». Incluso el propio Jean-Paul Gaultier quiso expresar que «nada de lo que ha hecho» Galliano en moda «demuestra que sea racista, sino todo lo contrario», en alusión a las colecciones que realizó inspirándose en los cinco continentes. En opinión del diseñador, el verdadero daño se lo hizo «sobre todo a sí mismo».
Escenario barroco
Todos los medios de comunicación se instalaron a las 6 de la tarde de ayer en unos cómodos sillones alrededor de mesas de té, en un enorme salón, rodeados de boato, perteneciente a un antiguo palacete parisino. Era evidente que el creador no iba a aparecer para presentar su nueva colección de otoño-invierno entre las enormes lámparas del techo, los espejos con marcos dorados, los «macarons» y multitud de flores. En el centro, a modo de isla, un oso de peluche, una silla al revés, cojines y una pequeña escultura ponían un toque rococó al ambiente.
Los invitados, empresarios y Prensa, tuvieron que esperar, porque el desfile fue por turnos. A la cita no faltó Sidney Toledano, presidente de la firma Dior, que hace unos días apareció al principio de la colección diseñada por el defenestrado Galliano, para ofrecer de nuevo una disculpa por sus palabras y desligando su colección del diseñador. «En los malos momentos hay que avanzar. Estoy aquí para apoyar a los equipos», declaró mientras recibía a los invitados. También pudo verse al editor y a la directora creativa del «Vogue» americano.
Marca inolvidable
Comienza el desfile. Las modelos pasean unos 20 trajes y el ambiente parece el de una venta privada, ya que el desfile es individual. Da la impresión de que John saldrá de detrás de las maniquíes en cualquier momento, orgulloso de su impecable trabajo creativo. Colores muy claros, transparencias en túnicas largas e imposibles. Peinados con sencillos recogidos que en ocasiones asemejan a los años 60, pero todos con tocados de flores. Los abrigos, de cuellos altos con mucho pelo y telas rayadas y a cuadros en tonos que van del gris al negro, sin olvidar los blancos.
La firma del diseñador estaba por todas partes: inspiraciones en las formas de Paul Poiret, maquillaje dramático, excesos... La belleza sobria de los diseños se convirtió en un triste punto y final al talento de Galliano. Como comentó Alexandre Malgouyres, portavoz de la firma: «Es una colección tan viva y tan suya como siempre y ha sido dibujada y creada por él de principio a fin».
El detalle: LA MODA SIGUE
En la novena jornada de la pasarela de París el público pudo observar que el mundo sigue girando gracias a las prendas de cuello vuelto, el cuero y la piel de Phoebe Philo para Céline, con colores predominantemente oscuros. También pudieron contemplar el triunfal desfile de Haider Ackerman. Como colofón destacó la calidad de los materiales que utilizó Christophe Lemaire desfilando en una tienda Hermès.
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