Debate Estado Nación
Sin sectarismo por Javier G Ferrari
Me quedo con esta frase pronunciada por Rajoy en su comparecencia ante los medios de comunicación cuando ya se sabía que gobernará con una mayoría amplísima y una ventaja de casi cuatro millones de votos sobre Rubalcaba. El sectarismo ha sido la enfermedad crónica de los gobiernos de Zapatero en sus siete años y medio como presidente. Su obsesión revanchista le llevo a legislar sobre asuntos que la inmensa mayoría de la sociedad española había archivado hacía mucho tiempo. Su regreso a los años 30 del siglo pasado le hizo olvidar que era el presidente de todos los españoles y no sólo de aquellos que le habían votado en dos ocasiones y, por cierto, en ninguna de las dos por mayoría absoluta. Llegó al poder aupado por una de las campañas de manipulación más tremendas que se recuerdan y se ha marchado por la puerta de atrás de la Historia. Ni siquiera tuvo, en la noche del domingo, la gallardía de salir junto a su candidato para asumir, como sí hizo Aznar aquel 14 de marzo de 2004, su parte de responsabilidad en la derrota más escandalosa que haya sufrido nunca el socialismo español. Zapatero y Rubalcaba se han dejado en la gatera la friolera de 59 escaños y han puesto al PSOE en manos de una prima de riesgo política que va a dejarle como boxeador sonado durante una buena temporada. A día de hoy, con la práctica totalidad de sus líderes nacionales y autonómicos tocados del ala, aventurar quién se hará cargo de las ruinas, quién alcanzará la secretaría general, es poco menos que una temeridad. Nadie se ha salvado de la quema y, atención, que todavía quedan las elecciones andaluzas en el próximo mes de marzo y los populares les han sacado diez puntos en las generales del domingo. La vieja guardia está laminada, y la generación ZP desprestigiada. A poco que el PP acierte en su política económica, hay PP para rato. Con minúscula, claro está.
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