Cataluña
OPINIÓN: El silencio y la palabra de Dios
El próximo 9 de marzo la Iglesia nos invitará a entrar en el tiempo de Cuaresma con la celebración del Miércoles de Ceniza. Como afirma el Catecismo de la Iglesia católica, «la Iglesia se une cada año, durante los cuarenta días de la Cuaresma, al misterio de Jesús en el desierto».
Cristo, en las tentaciones del desierto, se revela como el Servidor de Dios, totalmente obediente a la voluntad del Padre. Y por ello la victoria de Jesús sobre el tentador en el desierto anticipa la victoria de la Pasión, obediencia suprema de su amor filial al Padre.
Sin embargo, como dice también el Catecismo de la Iglesia católica, «Cristo venció al tentador por nosotros». Y por eso la Iglesia, especialmente en este tiempo de Cuaresma, nos invita a revivir la estancia de Jesús en el desierto y las tentaciones en el hoy de su liturgia y de la vida de los cristianos.
En este sentido, hay tres acciones muy propias del tiempo penitencial de la Cuaresma que la Iglesia ha propuesto siempre y que también nos propone hoy, invitándonos a hacer su actualización según las circunstancias que aconseje cada momento. Son estas tres: la oración, el ayuno y la limosna.
La Cuaresma nos invita a rezar. Los cristianos, en especial en este tiempo, hemos de hallar cada día unos momentos de silencio, de estar con el Señor para poder vivir el don de la piedad que nos da el Espíritu Santo. Dios habla en el silencio. Si hacemos silencio es para escuchar la Palabra de Dios, que es sobre todo Jesucristo, y para escuchar e interiorizar las palabras de las sagradas Escrituras.
Esta Cuaresma del año de gracia de 2011 nos invita especialmente a dar su valor a la celebración de la Palabra de Dios en las celebraciones de la Sagrada Liturgia y en la vida de los cristianos, como nos pide Benedicto XVI en la exhortación apostólica titulada La Palabra del Señor (Verbum Domini), con la que pide a la Iglesia entera que se esfuerce para hacer de la Palabra de Dios su referencia vital y para anunciarla al mundo de hoy.
Nuestra época no favorece el recogimiento y, tal como afirma el Santo Padre en este documento, «a menudo da la impresión de que hay temor a alejarse de los medios de comunicación de masas, aunque sólo sea por un momento». Por ello, los cristianos hemos de hacer un esfuerzo para redescubrir el valor del silencio, porque «tan sólo en él –afirma también Benedicto XVI– la Palabra puede hallar morada en nosotros, como le sucedió a María, mujer de la Palabra y del silencio inseparablemente» (VD, n. 66).
La penitencia sobre todo interior a la que nos llama el tiempo de Cuaresma también se manifiesta en el ayunoy en la limosna. Las privaciones voluntarias han de ser ocasión de lograr el autodominio y de hacer obras de solidaridad con las personas que atraviesan momentos de especial necesidad.
Esta solidaridad cristiana, canalizada sobre todo por medio de Cáritas y de otras instituciones de ayuda social, se hace más urgente en estos momentos de grave y prolongada crisis económica que tanto sufrimiento causa en muchas personas, máxime en las que se encuentran en el paro. La Palabra de Dios nos dice que partir el pan con el necesitado es una forma superior de vivir el tiempo penitencial de la Cuaresma.
Lluís MARTÍNEZ SISTACH
Cardenal arzobispo de Barcelona
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