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OPINIÓN: las motivaciones en el coaching

La Razón
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Motivación es lo que necesitan las personas para vencer las dificultades que jalonan el camino de la vida. Las motivaciones son esenciales para seguir adelante y conseguir objetivos. Sin motivación no hay báculo en el que apoyarse, cuando los momentos de flaqueza empujan a abandonar la lucha para conseguir el objetivo, buscando (y encontrando) mil excusas para renunciar y dar marcha atrás. Cuando se plantea un reto o se quiere obtener algo, es necesario buscar una motivación fuerte, que puede ser real o imaginaria. Todo depende del «mapa mental» en el que cada uno se encuentre, pero tiene que ser una motivación poderosa, sugerente, prometedora, y que, al alcanzar el objetivo deseado, aumente la felicidad de quien lo ha intentado, mejore su autoestima y le haga sentirse orgulloso de lo conseguido.
En el coaching procuramos siempre preguntar al cliente no el «porqué», sino el «para qué» de las cosas. Esa pregunta obliga al que la responde a pensar unos instantes en el motivo «real» de su acción o de su decisión, haciendo que la responsabilidad recaiga sobre él mismo.
Por ejemplo, cuando un estudiante dice «estudio para aprobar un examen», sabe «para qué» está estudiando y tiene claro que su decisión es estudiar en lugar de salir con los amigos o ver la televisión. Estudia porque su motivación para aprobar ese examen, es más fuerte que sus deseos de ceder a la tentación del ocio.
Sin embargo, si dice «tendré que estudiar porque hay un examen», el examen es la excusa, es el «por qué» tendrá que a abrir los libros. Ya no es su decisión, no existe motivación «real» directa y las posibilidades de ceder a la tentación de hacer algo diferente de estudiar aumentan exponencialmente.
Pararse un momento a reflexionar, preguntarse sinceramente «para qué» se va a hacer ese esfuerzo, «para qué» se va a madrugar, a estudiar, a trabajar, en suma, a realizar cualquier actividad, puede ahorrar muchas frustraciones.
Las ideas claras ayudan a conseguir los objetivos y éstos han de ser alcanzables. No se deben intentar metas imposibles ya que, al fracasar en el intento, llegarán las decepciones y se perjudicará la autoestima.