Ceuta
El 40% de los subsaharianos sufre la brutalidad policial de Marruecos
MADRID- El cruce de acusaciones en el que están inmersos los gobiernos español y marroquí contrasta con una dura realidad, la de los inmigrantes subsaharianos en tránsito. Mientras el reino alauí acusa a la Guardia Civil de haber dejado abandonado a un grupo de irregulares en sus costas, sus Fuerzas de Seguridad someten a agresiones continuas a los subsaharianos que llegan a Marruecos para intentar dar el salto a Europa a través de España.
Según Médicos Sin Fronteras, ONG que trabaja en el país desde 2003, la crisis económica, el endurecimiento del control de fronteras y la acción de las mafias han convertido el sueño en una pesadilla. La ONG, instalada en Oujda, Rabat y Casablanca, ha constatado que el 40 por ciento de los subsaharianos ha sufrido en sus carnes la violencia policial. Además, la mayoría ha presenciado cómo los grupos organizados quemaban sus pertenencias, ordenaban secuestros y protagonizaban agresiones. Las mujeres son las más vulnerables y las más «codiciadas» por estas bandas de delincuentes. Muchas de ellas son violadas y obligadas prostituirse en Europa. Son casi las únicas que consiguen dar el salto, pero no de la forma que siempre soñaron. Hasta hace poco menos de tres años, los subsaharianos en tránsito (procedentes de Nigeria, Liberia y algunos congoleños) tardaban menos de un año en conseguir los medios para acceder a Europa. Hoy, el duro control de fronteras por parte de las Fuerzas de Seguridad marroquíes, el refuerzo de las vallas de Ceuta y Melilla y la acción devastadora de las mafias hace imposible dar el salto al viejo continente. La estancia media en Marruecos se ha disparado hasta los cinco años y muchos inmigrantes han decidido establecerse en el país alauí. Mientras, hay un colectivo de unos 4.500 subsaharianos que sueñan con lograrlo algún día. La cifra no tiene nada que ver con los 15.000 que había en 2007, pero sí es lo suficientemente importante para tenerla en cuenta.
Además, las condiciones de vida se han complicado. Viven escondidos, hacinados en pisos patera. Tienen mucho miedo y no se fían de nadie. Cada día es una lucha por la supervivencia que no saben cómo va a acabar. Sin alimentos, sin agua y sin luz y sometidos a la presión de las Fuerzas de Seguridad y de las mafias de la trata de personas. Esta situación límite ha provocado que muchos de ellos empiecen a sufrir problemas mentales, que desembocan en automutilaciones y suicidio, según Médicos Sin Fronteras.
Oujda es el punto más caliente de la frontera con Argelia. Es el paso elegido por las fuerzas de seguridad marroquíes para deportar a todos los inmigrantes interceptados en pateras o en vehículos, sean de la nacionalidad que sean. Muchos regresan a pie para volver a intentarlo, otros para conseguir el dinero suficiente para regresar a casa. A ellos se unen los subsaharianos en tránsito que están en la última fase de su viaje. Todos se agolpan en campos de refugiados improvisados en tiendas hechas con plásticos, mantas y cartones. Los grupos pueden llegar a las 1.500 personas en verano. Otros se refugian en pisos patera sin agua, luz ni condiciones de higiene. A esto hay que añadir que cada vez es más complicado obtener medios para dar el salto a Europa. Las mafias también controlan los transportes, que cada vez son más caros y rudimentarios: pateras destartaladas, embarcaciones neumáticas sin combustible...
En este paisaje ha irrumpido la crisis incrementando las dificultades. Los familiares que viven en Europa ya no mandan dinero para poder cruzar el Estrecho y hay muchos problemas para encontrar trabajo en la zona. El retorno voluntario no es una opción. Muchos han invertido los ahorros de toda la familia para llegar a Europa y conseguir un trabajo. Otros simplemente temen el repudio o la humillación. Ahora, la ruta argelina evita Marruecos y se dirige hacia Libia.
Un paso colapsado por la inmigración
Agosto es tradicionalmente para los subsaharianos un mes propicio para alcanzar las costas españolas. Pero los efectos de la crisis y el férreo control de fronteras han provocado una drástica disminución de las pateras. Desde que arrancó agosto, la Guardia Civil y Salvamento Marítimo han rescatado a más de 300 irregulares. Un dato relevante si se tiene en cuenta que, en los seis primeros meses de 2010, la cifra fue de 400. Los incidentes de los últimos días habían levantado sospechas sobre una relajación por parte de la Policía marroquí. El conflicto diplomático ha hecho temer a las autoridades de Ceuta y Melilla que hubiera una avalancha de inmigrantes en la valla que separa a las ciudades autónomas de Marruecos. La disminución ha sido más evidente en Canarias, donde este año se ha producido un descenso del 95 por ciento. De enero a julio, arribaron 38 subsaharianos.
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