Sao Paulo

Brasil vota con el bolsillo

La favela de Paraisópolis, la ciudad Paraíso, no hace honor a su nombre. Más bien es una barriada de chabolas de la región metropolitana de São Paulo. Enclavada en el elegante barrio de Morumbi, lleno de urbanizaciones cerradas y grandes mansiones, sólo se necesita girar una esquina para ver el drástico cambio de paisaje.

Brasil vota con el bolsillo
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Son calles y callejones con pequeñas construcciones, muchas no acabadas, otras ganando grandes extensiones, y mucha gente en las calles. Normalmente, las casas de las favelas son de mampostería y cemento, pero en Paraisópolis muchas son de madera. Todavía existen aguas negras por las calles y en algunas zonas el olor es pestilente.

Para entender por qué la candidata presidencial brasileña, Dilma Rousseff, es tan popular aunque hace unos pocos meses era virtualmente desconocida, uno sólo tiene que entrar a esta favela.

Aunque una pobreza de tal magnitud colindando con la opulencia suele ser una receta segura para el resentimiento, mucha gente en Paraisópolis expresa su respaldo por la situación política actual. Esto se debe al presidente saliente Luiz Inácio Lula da Silva, y ese respaldo se ha transferido a su sucesora Rousseff .

La candidata de Lula

«Yo estoy con Dilma», dice Darley Oliveira, propietario de una panadería en Paraisópolis, cuando se le pregunta por quién va a votar hoy. «Ella es la candidata de Lula, y va a continuar lo que él ha comenzado». No importa que Oliveira no supiese nada sobre quién era Rousseff antes de que la campaña comenzase en julio ni que la dirigente nunca haya sido elegida para un cargo público.

«Todo lo que necesito saber es que ella es la candidata de Lula», dice Oliveira, usando el sobrenombre por el que todo el mundo conoce al presidente. «Por primera vez, hemos tenido un presidente que realmente ha ayudado a los pobres. Yo estoy seguro de que Dilma va a hacer lo mismo».

Su vecina Regina vive con su hija de tan sólo un año, en una casa de paredes de madera y techo de lata. 20 metros cuadrados, bien plantados en el barro que aguantan las embestidas del viento pero no las torrenciales lluvias que la obligan a rehacer la construcción una y otra vez.

Aunque no recibió ninguna ayuda del gobierno y vive rodeada de basura, asegura que también votará por Dilma. «Aspiro a que me den un departamento como a algunos de mis vecinos», asegura. Y es que Regina tiene a muy pocos metros, algunos edificios de color verde y azul construidos, gracias al programa «Urbanización de Favelas», por el Gobierno Federal y por la gobernación de São Paulo. Graco Braz Peixoto, del departamento de Comunicación del Ministerio de Vivienda del Gobierno de São Paulo, nos acompaña y nos muestra los avances del programa. «Antes había una mentalidad de demoler las favelas, ahora de adecentarlas, de integrar», asegura a LA RAZÓN.

«El PT, corrupto»

Las casuchas de sus 100.000 residentes están rodeadas por el barrio de Morumbi, uno de los más ricos en la ciudad más próspera de Latinoamérica, separado de la pobreza por altos muros de seguridad cubiertos de hiedra y por guardias armados.
Para encontrar votantes de José Serra, el segundo en la contienda, sólo tenemos que movernos un kilómetro, salir de la favela y atravesar un muro blanco hasta llegar al acomodado barrio.

Allí Ronaldo Gracia espera paciente en un semáforo en rojo mientras un niño limpia el parabrisas de su lujoso deportivo. «Yo no puedo votar por Dilma porque el Partido de los Trabajadores es el partido más corrupto de la historia de Brasil. Votaré por el cambio y el cambio es Serra», asegura.

Pero en un tiempo en el que «cambio» es la palabra más común en las campañas políticas en el mundo, en Brasil la mayoría quiere más de lo mismo. Desde que Lula asumió la presidencia en 2003 hasta fines del año pasado, 25 millones de brasileños escaparon de la pobreza y 29 millones ingresaron a la clase media, de acuerdo con un análisis dado a conocer por el centro privado de estudios económicos Fundación Getulio Vargas. Si se añade a ello que Brasil vadeó la crisis financiera global mejor que la mayoría de los países, este año hubo un crecimiento récord del empleo y se espera que la economía crezca 7,5%, es fácil ver por qué existe un deseo de continuidad.

Rousseff incuestionablemente representa eso, como se ve en los sondeos que le dan una ventaja de 18 puntos sobre el candidato opositor José Serra. La situación es simple: Dilma va a continuar las políticas que han sido implementadas por Lula, aunque sin el carisma y el magnetismo de éste.


Lucha hasta el último minuto por los votos
A pesar de estar en la jornada de reflexión, los candidatos presidenciales dedicaron el día de ayer a mantener un último contacto con los votantes. Y el presidente brasileño también «trabajó» arropando a su candidata, Dilma Rousseff, en São Bernardo do Campo, donde además tiene su residencia particular. Mientras, el opositor José Serra, del Partido de la Social Democracia, participó en una marcha con personas discapacitadas a lo largo de la Avenida Paulista, en São Paulo. Por su parte la candidata del Partido Verde, Marina Silva hizo un recorrido en un auto descubierto por varios barrios de Río de Janeiro.