Barcelona
Es el retrato de Luis Buñuel
barcelona- Desde hace unas semanas, la Galería Gómez Turu de Barcelona dedica una exposición a Salvador Dalí con numerosos trabajos del artista, algunos de ellos inéditos o poco conocidos. La pieza estrella de la muestra es un dibujo a tinta china, un rostro de hombre, que la galería identifica con el de Luis Buñuel afirmando que éste y un óleo que se expone en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía de Madrid son las dos únicas veces que Dalí plasmó a su amigo cineasta. La obra, que no está en venta y procede de una colección particular, está certificada por Robert Descharnes. Pero, ¿es éste realmente el retrato de Luis Buñuel? Para encontrar una respuesta a la pregunta, conviene echar la vista atrás.
En 1926, Salvador Dalí culminó uno de sus cuadros más importantes de ese periodo, «Naturaleza muerta (Invitación al sueño)». La tela, hoy casi destruida por culpa de la desidia de sus propietarios, plasmaba a su mejor amigo de ese periodo: el poeta Federico García Lorca. Es la etapa que el crítico e historiador del arte Rafael Santos Torroella denominó como «época lorquiana» de Dalí. Son pinturas y dibujos realizados entre 1926 y 1927, aunque la larga sombra del autor granadino ya había empezado a surgir en composiciones de 1925. Son trabajos en los que resulta muy fácil identificar la cabeza de Lorca fusionada con otra mucho más delgada: el autorretrato del propio pintor. Esta superposición se convierte en una obsesión y tendrá una especial repercusión en el monumental lienzo «Composición con tres figuras (Academia neocubista)», hoy en las colecciones del Museo de Montserrat. El propio Federico también se apoderó de esta manera de hacer y la introdujo en algunos de sus dibujos, como el titulado «El beso».
En la obra de la Galería Gómez Turu vuelve a repetirse de alguna manera la estructura de la época lorquiana. La forma de la cabeza, especialmente a la izquierda, es la característica de Lorca según el trazo del pintor. Recuerda mucho a algunos de los dibujos con esta temática que Dalí hizo para revistas como «L'Amic de les Arts» o «Verso y Prosa» o para su autobiografía «Vida secreta». Si es Buñuel, sería la primera vez que Dalí lo confunde con Lorca.
Hay otro aspecto importante y son las declaraciones del propio pintor. En 1979, un día antes de la inauguración oficial, Dalí visitó la gran retrospectiva que le había dedicado el Centro Pompidou. Ante un dibujo de 1926, de nuevo con el tema de las cabezas unidas, le dijo a su secretario Enrique Sabater y a Daniel Abadie, ambos comisarios de la muestra: «¿Ven? Estos somos Lorca y yo. Lo quise representar de esta manera».
Palabra de Descharnes
¿En qué se basa la galería para demostrar que es Luis Buñuel el retratado? Posee un certificado de Robert Descharnes que así lo atestigua. Pero el que fuera último guardián de Salvador Dalí no da ninguna explicación a su identificación buñueliana.
La Galería Gómez Turu también explica que hay otro certificado, en esta ocasión firmado por Rafael Santos Torroella, donde se identifica a Buñuel como el retratado. Sin embargo, el documento no ha podido ser consultado por este diario porque el propietario del dibujo prefiere no mostrarlo. Santos Torroella, tan cuidadoso con su labor, hacía copia de todos sus certificados para su archivo, pero entre sus papeles personales no está el citado documento, como ha comprobado este diario.
Entre sueños noctámbulos y monstruos
El aragonés aparece al menos en cinco cuadros de Dalí. En «Sueños noctámbulos», una acuarela de 1922, encontramos a Luis Buñuel junto con el ampurdanés, además de los también artistas Maruja Mallo y Rafael Pérez Barradas vagando por las calles y bares de Madrid. Un año más tarde, el pintor introduce al futuro cineasta en una acuarela titulada «Luis Buñuel con un torero», una curiosa composición probablemente realizada en la Residencia de Estudiantes. Ese centro, punto de encuentro de intelectuales y creadores, surge en la pieza más importante con el cineasta como estrella. Es de 1924 y es el magistral óleo «Retrato de Luis Buñuel», una de las obras maestras dalinianas, guardada por el propio Buñuel como un tesoro hasta su muerte. Todavía el realizador saldría en otras dos pinturas. Por un lado, es el personaje de brazo musculoso –una referencia a su pasión por el boxeo– en el desaparecido cuadro «La miel es más dulce que la sangre» (1927), mientras que en 1937 lo encontramos como un monstruo en la pieza llamada «El sueño» (en la imagen), según confesó el propio Dalí en 1971.
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