América

San José

«El Papa sólo pide ser escuchado por la gente»

 
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- ¿Qué aporta la Iglesia española hoy a la Iglesia universal?
-Mucho. El catolicismo español siempre ha sido muy importante desde distintos puntos de vista: espiritual, cultural, religioso. Esto ha sido así desde siempre. La fe cristiana tiene raíces muy profundas en España. Además ha sido a través de este país que se ha evangelizado medio mundo, en un proceso que ha tenido luces y sombras pero cuyo balance es absolutamente positivo. Desde el punto de vista cultural es muy significativa la unidad de la América meridional y central con España. En la época contemporánea, el catolicismo español ha sabido hacer una gran aportación, como ya hizo durante el Siglo de Oro. La vitalidad del catolicismo español sigue siendo muy importante.

-¿Piensa entonces que pese a la crisis de nuevas vocaciones religiosas y a la corriente laicista el catolicismo sigue vivo en España?

-Ésa es mi impresión. Es un catolicismo vivo, abierto a América, Europa y el resto del mundo. Conozco España desde hace cuarenta años, desde finales de los años 60. Siempre he apreciado la apertura cultural del catolicismo español, a pesar de muchos estereotipos existentes. Hay, por ejemplo, una relación teológica constante entre la Iglesia católica de España y la de Alemania. El mismo arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, se formó en Alemania. Ha habido además siempre muchas traducciones al español de las escuelas teológicas alemanas. Yo, que aprendí antes el español que el alemán, acudía a menudo a estas traducciones. Un caso concreto, y que se trata además de un autor muy importante para Benedicto XVI, es el de Erik Peterson, que fue traducido al español ya en los años sesenta por Ediciones Cristiandad.

-En ocasiones se dice que España es la punta de lanza del laicismo radical, mientras que en otras se sostiene que es sólo uno más de los países europeos aquejados de la ola de descristianización. ¿Qué tesis elige usted?

-España comparte esta situación con otros países de Europa. En Francia la descristianización es más radical todavía. Es verdad que en la historia de España, con sus dos Españas durante los siglos XIX y XX, hay un radicalismo particular que llevó a la tragedia de la Guerra Civil. Hay que saber superar esas dinámicas y recuperar la lógica de la transición, en la que la Iglesia hizo una gran aportación, propiciando la apertura. Todo el país tiene que estar agradecido a la Iglesia por esta trayectoria.

-¿Considera que José Luis Rodríguez Zapatero le hace un feo al Papa al no acudir a la misa de consagración de la Sagrada Familia?

-La posición de la Santa Sede respecto a este tema la expresó el director de la Sala de Prensa, el padre Federico Lombardi, que comentó que el Vaticano no obliga a nadie a participar en una misa. Creo que no se trata de una falta de respeto del presidente del Gobierno hacia el Papa.

Una vieja relación

-¿Piensa que ha cambiado la relación entre la Santa Sede y el Gobierno español desde la anterior Legislatura, en la que se aprobaron leyes como el matrimonio homosexual y el divorcio exprés, y la actual?

-Las relaciones son constantes y buenas entre España y la Santa Sede. Todo lo que se pueda hacer para lograr el bien común del pueblo español es loable. Tradicionalmente se trata de una relación buena aunque haya puntos de vista diferentes en algunos aspectos. El Vaticano tiene muy en cuenta las posiciones de los obispos españoles y de la Conferencia Episcopal, quienes evidentemente siguen más de cerca la situación de España.

-¿Considera que el nuevo dicasterio creado por Benedicto XVI, el Pontificio Consejo para la Nueva Evangelización, tendrá mucho trabajo en España?

-Sí, en España y en otros países. Se trata de una de las naciones de antigua tradición cristiana, como dijo Benedicto XVI, donde la llama de la fe sufre el riesgo de apagarse.

-¿Qué supondrá la visita a España de Benedicto XVI?

-Es un gran viaje, aunque esté concentrado. Hay que subrayar que el Papa ya estuvo en España en 2006, concretamente en Valencia, con motivo del Encuentro Mundial de las Familias. El año próximo tiene previsto además acudir a Madrid a la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). Es evidente la gran atención del Papa a España. Creo que Benedicto XVI sabrá, como siempre hace, con sus palabras y sus gestos, atraer la atención y tocar el corazón de muchísimas mujeres y hombres en España como ha hecho en el último viaje a Reino Unido, que ha sido espectacular. Pese a las polémicas iniciales, el Papa, con su presencia, consiguió conquistar a los británicos. Benedicto XVI es un hombre muy humilde, que se hace amar por la gente. A pesar de las caricaturas que de él se hace, el Papa no pretende imponer nada, sólo se preocupa de lo que es bueno para sus contemporáneos.
La fe de un pueblo

-¿Qué lugar piensa que ocupará el viaje a Santiago y Barcelona en este pontificado?

-Son dos lugares importantes. Santiago es la tercera meta de las peregrinaciones cristianas tras Jerusalén y Roma. Ha sido así desde hace mil años. Europa nació peregrinando, y peregrinando concretamente a Santiago. Hoy en día el Camino se hace con diferentes intenciones, es incluso importante para los no católicos y los no creyentes. Tiene una impresión simbólica de mucho peso, ya que es como llegar al fin del mundo. A Finisterre, en efecto. En cambio, la consagración de la Sagrada Familia supone el reconocimiento de una de las obras maestras del arte y de la cultura contemporáneas. Se trata de un acontecimiento casi único. El templo expiatorio de Gaudí es lo que más se parece hoy a lo que eran las catedrales en la Edad Media. Muestra la fe y el testimonio de un pueblo. Además, se da la circunstancia de la gran importancia que tiene en el templo la figura de San José, que es el patrono del Papa.

-¿Ha hecho usted el Camino de Santiago o espera hacerlo?

-En 1987 hice el último tramo durante cinco días del Camino junto a un grupo de amigos, entre los que se encontraba Eugenio Romero Pose, gran intelectual y luego obispo auxiliar de Madrid que falleció prematuramente en 2007. Era un gran amigo, una figura importante en la Conferencia Episcopal y una gran promesa para la Iglesia.

-Hay cierto interés por manipular el viaje de Benedicto XVI por parte de algunos nacionalistas. ¿Qué le diría a estos grupos?

-La respuesta está en la historia misma del catolicismo universal y del propio catolicismo español. Es una historia de variedad en la unidad. La tradición cristiana siempre ha sabido valorar las particularidades de los pueblos elevándolas luego a una dimensión más amplia. Es indudable que la clave está en lograr que en la diversidad haya una unidad. Ése es el caso de España. Es interesante también que el Papa haya estado antes en Valencia y ahora visite otras dos realidades autonómicas, como se dice en España, y que el año próximo tenga previsto visitar Madrid. Se podría decir que se trata de una visión en la que la unidad no tiene por qué significar uniformidad. Es ésa la visión que tiene la Santa Sede frente a las realidades múltiples que hay en España. Es una riqueza que hay que integrar en una lógica de unidad, además de en una unidad más grande como es la europea. Y, por supuesto, abierta hacia los otros continentes. España está llamada a ser la ventana abierta de Europa hacia América. No sólo hacia América meridional, sino también hacia las regiones centrales y del norte. No hay que olvidar que el catolicismo estadounidense es ya no solamente anglófono, sino también hispanohablante. Hay además muchísimos misioneros españoles por todo el mundo. Se trata, por tanto, de una responsabilidad fuerte, nacional e internacional.

-A Benedicto XVI muchas veces se le critica sin conocerle, utilizando prejuicios fruto de la desinformación. ¿Cómo combatir esta tendencia?

-Creo que hay que presentar la realidad. El Papa no pide más que ser escuchado, sólo quiere expresarse con toda la humildad y gentileza que le caracterizan. En este sentido hay que reconocer la mucha honra de los británicos mostrada durante el reciente viaje del Pontífice a Reino Unido. También de sus medios de comunicación, que previamente criticaron al Papa y luego supieron reconocer el valor de su palabra. El «Telegraph», por ejemplo, publicó el último día un titular a toda página. Decía que se había acabado el mito del Rottweiler. Siempre se ha hecho el juego de palabras con el Papa diciendo que era un «pastor alemán», pero al final se le ha dado la vuelta. Ya en Estados Unidos se podían leer hace dos años pancartas que decían: «Nosotros amamos a nuestro pastor alemán». Utilizaron irónicamente este lema para mostrar su apoyo al Papa. Otro titular periodístico significativo referente al último viaje a Reino Unido es el que dice que «El Papa ganó la batalla de Inglaterra».
Un hombre sensible

-¿Cómo piensa que se ganó la batalla, con la palabra?

-Con la palabra y con los gestos. Benedicto XVI es un hombre muy amable, muy gentil, tiene una actitud muy cariñosa hacia todos, especialmente hacia los niños y hacia los ancianos. En el reciente viaje a Reino Unido el encuentro que mantuvo con los jóvenes fue apoteósico. Aunque se diga que es un hombre frío, un intelectual, en Palermo, el primer joven que se le acercó, que era una muchacha, le besó en las mejillas. A los que no se atrevían, les dio un abrazo. La gran sensibilidad del Pontífice también puede verse en su actitud con los animales. En Palermo, durante el reciente viaje a Sicilia, un perro callejero no cejaba en su empeño de acercarse al Papa pese a los esfuerzos de la seguridad por alejarlo. Cuando Benedicto XVI se dio cuenta quiso también acariciarlo, lo que tenía ciertos riesgos, ya que siendo un perro callejero podía morderle. Son detalles mínimos, pero que muestran cómo es este Papa.

-Decía el cardenal François Marty, arzobispo de París, que no había que adaptar el Evangelio a la sociedad, sino la sociedad al Evangelio. ¿Hay que hacer lo mismo con el periodismo?

-Creo que el periodismo debe estar atentos a la realidad, no a las representaciones previas de ésta. La realidad es que Benedicto XVI no es el hombre de las condenas, sino un hombre que propone y que sabe convencer. Él no propone a su propia persona, sino a Cristo. Esto lo lleva diciendo desde siempre.


PERFIL
Tras casi tres años al frente de «L ‘Osservatore Romano», Giovanni Maria Vian ha cumplido con las peticiones que le hizo el Papa cuando le puso al frente del diario de la Santa Sede: modernizar el periódico, ofrecer más espacio a las firmas femeninas y a la actualidad internacional e informar con mayor profundidad de las Iglesias orientales. «L'Osservatore Romano» es hoy un diario más atractivo, ágil y fácil de leer. Trata, incluso, temas populares y cercanos al lector, aunque siempre desde una perspectiva católica, como es el caso del reciente análisis sobre la fe en la serie televisiva «Los Simpson». El objetivo es ofrecer «una visión verdadera de lo que es la Santa Sede», de las «posiciones de Benedicto XVI» y de cuál es la «propuesta católica» para el mundo contemporáneo. Hijo, nieto y hermano de articulistas del periódico de los papas, Vian es catedrático de Filología Patrística en la universidad La Sapienza de Roma. Gran conocedor de España y de su lengua, ha recorrido un buen tramo del Camino de Santiago.


Un año de colaboración «enormemente positiva»

El próximo 27 de diciembre se cumplirá un año desde que LA RAZÓN ofrece a sus lectores en la edición dominical «L'Osservatore Romano» en español. Su director, Giovanni Maria Vian, valora este hecho de «forma enormemente positiva». Considera que «ha permitido triplicar su tirada global. La edición en lengua española, que se imprime también en Argentina, Perú y México además de en el Vaticano, ya era la primera en difusión. A lo largo del tiempo estoy seguro de que contribuirá mucho a tener una visión verdadera de lo que es no solamente la Santa Sede y el Papa, sino también la propuesta católica en el mundo de hoy». En la imagen, la portada de la edición de mañana, que abre con la visita de Benedicto XVI a España.