Cataluña

Juan Mora obró el milagro: tres orejas en Madrid

Tercera de la Feria de Otoño. Se lidiaron toros de Torrealta, y un sobrero (3º) de Martín Lorca, bien presentados y manejables en general. Casi lleno. - Juan Mora, de verde hoja y oro, estocada perfecta (dos orejas); estocada (oreja). Recibió un puntazo en el muslo derecho. - Curro Díaz, de verde botella y oro, casi entera (saludos); estocada (oreja).- Morenito de Aranda, de azul pavo y oro, casi entera (silencio); bajonazo (oreja).

Juan Mora obró el milagro: tres orejas en Madrid
Juan Mora obró el milagro: tres orejas en Madridlarazon

No fue una historia cualquiera. Le llegó a los 47. Y nos vino casi de vuelta de la temporada. 80 festejos en Madrid. ¿Cuántos? 30 años de veteranía la suya, la de Juan Mora... Acompasó las primeras arrancadas del toro con el capote, como si no costara, con suavidad, manos de seda, lances de terciopelo, fácil lo difícil, cómodo en la plaza más dura del mundo. La suya, que no es otra. La nuestra. Madrid. Otoño. Ya el final. La temporada de los ataques, de los antis, del robo de Cataluña, la reunión con la ministra de Cultura, la tomadura de pelo... Bonito el capote, decía, sincero. Desplomado cayó el banderillero Palomeque tras el golpe certero que le acertó a dar «Retaco», de 615 kilos. El susto, y tras el susto, resuello. Fina la figura de Mora, plenitud en la veteranía, suavidad infinita en el Torrealta que quería reconciliarnos con el mundo en este fin de carrera. Serenidad por la derecha, la tranquilidad de quien tiene el oficio bien aprendido. De maestro a maestro había sido el brindis. A Barquerito, el crítico, de verso, poeta, amigo. Vuelco al corazón, señores, cuando este hombre, se pasó la muleta a la izquierda. Encajado, inamovible en el tiempo, («éste es mi sitio, mi espacio»), relajado, relajadísimo, toreaban los vuelos de la muleta, de aquí al más allá. Al primer natural, sorpresa, al segundo, el casi incorporarse del asiento y al tercero, cuando el natural quiere hacerse eterno, delirio. Qué manera de torear, torero. Los ojos como platos, atentos, el ruedo una inmensidad de emociones y en el escenario dos protagonistas. Ese Torrealta capaz de seguir el engaño con nobleza y Juan Mora que cuaja los naturales de su vida. Antes incluso del remate, antes incluso de la explosión, del júbilo, casi sin darnos cuenta, monta la espada (llevaba la buena desde el principio) y en la misma yema le da al toro la muerte más digna que puede encontrar. Lejos de buscar Juan el aplauso fácil busca refugio en el callejón. Le cayeron las dos orejas, como dos soles, que paseó con su hijo. Faena atípica y personal.

Vuelta con su hijo

Noble a rabiar salió el cuarto. Estaba la tarde para él. Emotiva. Entregada, a modo de cuenta pendiente. No le dejó gustarse con el capote, pero el prólogo de muleta tuvo saborazo. Siguió el patrón anterior la faena, corta, pero más ligera y se llevó otra oreja. A punto estuvo de pagarla con sangre. Con la espada dentro el toro, le arrolló y se lo echó a los lomos. Temblaba esa ansiada salida a hombros.

No quedaría ahí la cosa. Madrid se había lanzado. Si Curro Díaz se justificó con el segundo hasta que se rajó, se fajó con el quinto. Había que andar con ojo. Esperó en banderillas y protestó en la muleta. No tenía fondo el toro, pero tragó Díaz, en las cercanías, y de uno en uno construyó una faena que acabó por conectar con los tendidos. La espada entró y con la vorágine de la tarde, el trofeo cayó. Ligero.

A Morenito de Aranda le pesaba la corrida. Normal. Se amontonó con el tercero, sobrero de Martín Lorca, que no tuvo clase, y se resarció con el sexto de Torrealta, que tenía un pitón zurdo de altos vuelos. A más fue todo. Los naturales, la emoción, los olés, la rotundidad. La entrega. Madrid. Las Ventas. Morenito se fue relajando, encontrando, cogiendo la medida al toro, presintiendo que el triunfo también estaba en su camino. Belleza tuvieron los naturales y arte los remates. Hasta que la espada se le fue abajo. También se hundía él, consciente, sincero. El público quiso cerrar los ojos y pidió el trofeo. También el presidente. Se lo dio. Histórica tarde. Intensa. Con foto. O sin foto. El toreo es arte. Y el arte, cultura. Y emoción. En la imagen queda. Y en lo que no se ve.