Del andar en la verdad por Miguel Ángel ALMODÓVAR

Empieza la temporada de calçots, tallos forzados de cebolla que se asan a la llama viva en lugar de a la brasa habitual; bocado popular que la tradición dice inventó un tal Xat de Banigues, payés de la zona de Valls, lugar de collas castelleras y sitio raro donde la batalla de Lepanto se relata en un mosaico de azulejería. Los calçots son dulces, gustosos y, como miembros de la familia «allium», depurativos, antioxidantes y anticancerígenos, pero por encina de todo, humildes y, como decía la santa de Ávila, humildad es andar en la verdad, que verdad es lo poco que serían los exquisitos calçots sin la salvitxada, la salsa donde, una vez retirados los carbonizados externos, se sumerge el calçot para elevarlo a los cielos y dejarlo caer hacia la andorga por efecto de la ley universal gravitatoria. La salvitxada pertenece a la familia de los romescos, regalo coquinario de la Cataluña nueva y de los mestres romescaires al mundo gourmet y gourmand. Con humildad, como andan por los caminos las cosas buenas.