París

La piel que habita (y desfila)

El temporal siberiano azota la pasarela madrileña en la que no faltan los visones, zorros y lanas que se quitan años de encima para abrigar el próximo invierno

La piel que habita (y desfila)
La piel que habita (y desfila)larazon

«Hija, tápate un poco, que me vas a coger frío». Ella, le hizo caso y desfiló con una estola. Claro, que lo único que llevaba debajo era un picardías de Andrés Sardá. Si la viera su madre… ¿Y para qué hace falta más? La firma catalana que elevó a la categoría de lujo la ropa interior –y que sigue manteniendo el tipo como pocos– celebraba ayer sus bodas de oro en la Fashion Week madrileña. Y es que, antes de que las actrices norteamericanas presumieran de las moldeadoras Spanx y de haber inventado el «body shapping», Sardá ya había desterrado la faja de la abuela del ropero y la había sustituido por mallas de lycra que esculpen, fijan y dan esplendor. Ovación por el ayer y el hoy. Brindis por mañana. «Queríamos homenajear a mi padre –ya retirado –porque tuvo la idea y la constancia de sacar esto adelante con lo difícil que es mantener una marca», recordaba emocionada su hija Nuria en relación al repaso retrospectivo a los encajes en camallé, los sujetadores invisibles y los tangas. En cueros y a cuerpo gentil, justo cuando fuera de Ifema el temporal siberiano quitaba uno a uno los grados del termómetro.

Cambio climático
Frente a la primera jornada en la que algunos diseñadores se equivocaron presentando colecciones de primavera, ayer las pieles hicieron pleno en todos los desfiles para confirmar que lo que se veía en Ifema eran propuestas para el invierno 2012/2013, aunque bien se podían utilizar hoy mismo para defenderse del frío polar que nos ha dejado tiesos. Así, si Sardá abrigó a sus chicas, Roberto Torretta cumple como un señor con una colección que resiste a cualquier desvarío del cambio climático. «Nosotros somos como los agricultores. Necesitamos que las estaciones empiecen y terminen cuando deben. Hoy sé que en la tienda se están vendiendo más abrigos de piel que hace una semana», asegura.

Bendito temporal que Torretta y su inseparable Fred afrontan con sus mejores armas: elegancia con un toque canalla. Eso se traduce en un abrigo Chanel combinado con un pitillo de cuero un traje donde el cuero tiene un acabado en papel, una cazadora de pelo de zorro tricotado en azul, un chaleco de patas de visón y los espectaculares abrigos de zorro en degradé. «Desde hace un par de años el visón y el astracán han dejado de ser terreno sólo para las señoras. La gente joven lo quiere y lo pide. Basta con saber combinarlo», asegura.

En cuestión de pieles, Amaya Arzuaga está como una cabra. Tibetana. Con certificado. El pelo del animalito es rizado, pero a ella se le antojó alisarlo al estilo Ghd y el resultado son unas impresionantes faldas y cuerpos a las que no les hace falta chaquetón alguno para entrar en calor. Y es que su colección AA, la segunda línea que se inventó cuando decidió marcharse con la costura a París, ha ganado en cuerpo y recupera ese trabajo arquitectónico de volúmenes acampanados apetecibles y favorecedores. «Partimos de un clásico imperio para lograr el volúmen, unas veces con tul y otras con los propios pliegues», comenta Amaya rodeada de crudos, rojos sangre, berenjenas y marinos.

Zorro con neopreno
Para que vean cómo está el patio de frío, hasta Juanjo Oliva se mete a peletero. Y lo hace con una chaqueta de zorro reversible con neopreno y un abrigo de visón despunzado en color talco que esconde detrás un segundo abrigo en raso de seda. También dan calor el chaleco en lana primitiva, la trenca con los bolsillos de piel y las chaquetas de terciopelo teñido y lacado que da la imagen de cuero quemado. Interesantes las faldas a la rodilla acampanadas, especialmente la que tenía una infinita capa de tules en degradé. Se echan de menos sus vestidazos largos. «Ya están muy vistos, todo el mundo sabe cómo son y quien quiera, sabe que puede venir a casa a pedirlos». Lanzada la caña y cuña, a partir de primavera, también en El Corte Inglés le verán en percha. Porque anteayer firmó contrato con los de Isidoro para vender sus colecciones prêt-a-pòrter en 25 centros de toda España. Atentas a las que nunca pudieron hacerse con uno, que los tendrán por no más de 200 euros como una colaboración de la firma Elogy «con deseo de permanencia», dice él.

Un compañero de viaje para no pasar penurias en la cuenta corriente, como las que dejó atrás Miguel Palacio gracias a su enlace con Hoss Intropia. Por eso el abrigo de zorro que desfiló no verá la luz en la calle, porque se va de presupuesto. «A lo mejor el mercado británico y el norteamerica es más agradecido», señala. En España se quedará ese juego que hace con sus clásicos nudos para convertirlos en cruces de bandas con terciopelo y dorado al hombro, en el cuerpo, al cuello y en cintura. ¿Sus colores fetiche? El negro, los azules y el coñac. Tampoco tienen desperdicio los miniestampados de paramecios y zapatos de tacón.

El que parece haber despertado algo de su letargo hibernal es Ángel Schlesser. No le ha dado por los flúor ni por el plexiglás –faltaría–, pero sí ha abierto las ventanas de casa para que el viento siberiano deje tras de sí aire fresco en su trabajo con el príncipe de Gales al patronar un visón al que quitó años de encima y al sacar a la pasarela un abrigo rojo acharolado que juega de comodín para dar vida a cualquier día gris. Esto revaloriza su maestría con los cortes y el dominio de las combinaciones de color.

Para los ecologistas
Y los alérgicos a las pieles o ecologistas de pro, pueden tirar de los abrigos de seda de Lemoniez. El vasco permite que su mujer se pase con el chocolate gracias a las líneas depuradas y sobrias que sólo se ajustan si la susodicha quiere cinturón. Menos agradecidos son los estampados geométricos, aunque él se empeñe temporada tras temporada en sacarlos. Más tino tuvieron sus vecinos, los Ailanto, con los gofrados, la superposición de tejidos casi opacos y los estampados de nenúfares. Claro, que para lucirlos, hace falta un brasero cerca.


Lo mejor del día: la fiesta sardá
En tiempos de recortes, la pasarela aparece desnuda. No hay dinero para un solo ornamento, salvo que te llames Andrés Sardá y celebres 50 años en escena. De ahí la pantalla gigante de leds con la que la firma repasó su historia con más estilo que el show mediático de Victoria's Secret. Evocación y atrezzo de tango, pasodoble, ritmos latinos y vals. Hasta el único toque kitsch le daba prestancia: una top china con peineta, mantilla y sostén de encaje. ¿Quién da más?