Sevilla

Guerra críptico

La Razón
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Alfonso Guerra es un personaje desconcertante que lo mismo discursea, criterioso, sobre la poética machadiana y música sinfónica de Mahler que baja a las más pestilentes alcantarillas intelectuales: la insidia, la maledicencia y la insinuación de carácter sexual. En su versión de Mister Hyde, el cabeza de lista del PSOE al Congreso por Sevilla llamó en su momento «mariposón» al próximo presidente del gobierno como si importase a estas alturas del circo con quién se haya encamado cada cual: hombres, mujeres o caniches. Ahora, la víctima de su lengua viperina es el alcalde Zoido, juez en excedencia a quien la jueza Alaya paga en imputaciones de adversarios políticos algún favor de antaño. ¡Caramba con el intelectual Guerra! Es triste que haya dejado lo peor para el epílogo pero más todavía que, con setenta años cumplidos, todavía le falten cojones para llamar a las cosas por su nombre. Porque resulta que el individuo que más mandó en España durante la década de los ochenta acusa en lenguaje codificado; cobardemente, midiendo cada palabra por miedo a una simple querella como cualquier petarda de la telebasura. ¿No está el decano de los diputados por encima de tantas cosas? Pues que se atreva a hablar con claridad.