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«Las escuelas son ahora centros de detención»

La Razón
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Al Maara (IDLIB)- Las fuerzas de Asad «han ocupado las escuelas y las utilizan como centros clandestinos de detención, donde torturan a miles de opositores», denuncia Abdala, de 50 años, que huyó hace una semana de Idlib. «Entran a la fuerza a nuestras casas, las saquean, y después las queman». También, por ejemplo en la Corniche, la carretera que circunvala la ciudad, entraron excavadoras para remover la tierra y situar los carros de combate con los cañones apuntando a las áreas urbanas. «En cada entrada a la ciudad hay un tanque oculto detrás de un montón de tierra que asoma el cañón, y en las azoteas francotiradores que disparan a todo aquel que sale a la calle», manifiesta Abdala. La aldea de Al Maara, fronteriza con Turquía, se ha convertido en el refugio de miles de familias que han huido del bastión rebelde del norte de Siria. Su población se ha cuadruplicado en las últimas semanas. Gracias a la caridad de los vecinos, estas familias, que han huido con lo puesto, tienen donde hospedarse. Al Maara es una de las pocas localidades donde los niños van a la escuela. Su proximidad a Turquía les permite huir rápidamente a la frontera ante un ataque de las fuerzas sirias. Ibrahim, su esposa y nueve hijos huyeron de Idlib el 10 de marzo. El tormento está marcado en sus ojos. Ibrahim sufrió torturas durante los 47 días que estuvo detenido en Damasco. En agosto, le arrestaron en una protesta y estuvo diez días detenido en Idlib, después fue trasladado a una cárcel en la capital, acusado de terrorismo sin juicio. «Mi crimen ha sido levantar la voz contra la opresión del régimen», asiente Ibrahim con la voz quebrada. «Me golpearon, me sometieron a descargas eléctricas, durante una semana me tuvieron sin comer ni dormir para que me declarara culpable. Éramos 20 detenidos y algunos sufrieron ataques de pánico tras las torturas y admitieron lo que no habían hecho», denuncia el joven, quien al ser puesto en libertad regresó a Idlib. Pero cuando las fuerzas del régimen atacaron con fuego de artillería y proyectiles el 10 de marzo, Ibrahim decidió huir con su familia porque temía por sus vidas. «Lo hemos perdido todo, pero aquí al menos mis hijos pueden dormir tranquilos. Si la situación empeora y las tropas llegan, nos iremos a Turquía», admite. Abdul Rahmin llegó con sus cuatro mujeres y un regimiento de hijos hace cinco días. «En la guerra de 2007 entre Israel y Hizbulá, los sirios acogimos a miles de refugiados. Pero Líbano no está haciendo lo mismo», se queja Abdul, que fue testigo de la cruel ejecución de unos civiles. «Lo que he visto con mis propios ojos es inenarrable», indica, antes de detallar que «soldados de Bachar arrestaron a unos hombres, los ataron de pies y manos y después los rociaron de gasolina y los quemaron vivos».