España
Cura de humildad
Aunque lo he intentado, no puedo ignorar la noticia del momento. La verdad es que no sigo mucho el fútbol, pero me parece que el debut de la selección española en un Mundial nunca había despertado tanta expectación. Ayer, a la hora del partido, las calles de Madrid, y supongo que las del resto de ciudades y pueblos de España, estaban semi desiertas y sólo andaban por ellas los que no tenían más remedio o los que queríamos disfrutar de ese momento. Después de los más de noventa minutos, en los que los jugadores de «La Roja» persiguieron la pelota con bastante éxito, según me han contado, y el gol con un claro fracaso, un cierto desencanto se apoderó de los muy aficionados, de los que lo son menos y supongo que también de los que «pasamos» del fútbol. Es mi caso. Me hubiese gustado que el combinado hispano ganase a los suizos. Pero no pudo ser. Tampoco es para venirse abajo a las primeras de cambio. Siempre he oído hablar de la furia española. Supongo que aparecerá en los próximos partidos, combinada con buen juego y con suerte. Porque la suerte también cuenta mucho. Hace tiempo me confesó un ex presidente de un equipo puntero de primera que «como el balón se empeñe en no colarse entre los tres palos, poco se puede hacer». Es lo que sucedió a su equipo durante una temporada, que la pelota no quería entrar y casi tuvo que dimitir. Ayer, un amigo futbolero empedernido y optimista compulsivo me decía que si «esto», lo de la derrota, tenía que suceder, «que sea en el primer partido que la cosa todavía tiene arreglo». Pues eso, a partir de ahora, suerte, vista y al…gol.
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