Atenas
Más Platón y menos prozac por Rosetta Forner
En los ochenta, decía una canción de Lluis Llach: «Quien pierde los orígenes, pierde la identidad». Si perdemos el contacto con la base de nuestra cultura y pensamiento, acabaremos no ya por escribir «haber» sin hache, sino por confundir a Platón con un planeta y a Aristóteles con una «celebrity». Aunque, cultura y sentido común no parecen estar ligados, lo cierto es que la mala calidad de la enseñanza en España –la que el actual Gobierno promete mejorar. Veremos los resultados en unos años–, se deja ver en la televisión, y más concretamente en el contenido de las series. Es fácil engatusar a una plebe disociada de la cultura, la cual todo sea dicho de paso, es tildada de «elitista» para despistarnos. Un pueblo que se desliga de aquellos que crearon la democracia, es un pueblo sin futuro. Abocado a repetir «errores» por no darse la oportunidad de aprender de otros. No pretendo que la gente sea experta en cultura helénica, ni está en mi ánimo proponer que vayamos a Atenas todos los años para visitar los vestigios de la antigua Grecia. Aunque bien mirado, los actuales griegos tampoco parecen haber aprendido mucho de sus antepasados. Será que el aprender de nuestros mayores, beber en la fuentes de la filosofía ya no está de moda. Platón retrató con su «mito de la caverna» los males que aquejan a la humanidad y el cómo solucionarlo. «Tropecientosmil» años después seguimos sin hacerle caso, y en lugar de leer a los clásicos, la gente se atiborra de prozacs diversos para olvidar lo inolvidable: que el saber no ocupa lugar.
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