España
Y Sergio Ramos fue Panenka
«Del Bosque sabe que soy capaz de algo así. En el fondo estoy un poco loco», confiesa tras imitar al checo
Donetsk- «Quiero tirar el último, que es el que nos va a clasificar», dijo Cesc al cuerpo técnico de la Selección. Confiaba en el destino, en la tanda donde todo empezó, hace cuatro años. En ese penalti que eliminó a Italia en los cuartos de final de la pasada Eurocopa. Confiaba en el destino. Y Del Bosque confiaba en Cesc. «Todos los que han lanzado lo han elegido. Cesc es uno de nuestros lanzadores más seguros y no íbamos a discutir por eso», dijo el seleccionador.
Cesc cumplió su promesa y relajó los corazones de la hinchada española. El hermano de Negredo resoplaba a la salida del estadio. La garganta de los aficionados españoles se encogió cuando Xabi Alonso falló el primer penalti. Los susurros de Cristiano al oído de Rui Patricio sirvieron para que el portero portugués adivinara el lanzamiento. La ventaja de lanzar primero se había desvanecido en el primer intento. Pero los héroes están del lado español. Juegan sin capa, pero tienen guantes como Casillas, que igualó a errores en la primera oportunidad que tuvo. Moutinho buscó su lado derecho, abajo, ajustado, y el portero se estiró hasta despejar la angustia. La tanda volvió a empezar y se terminó cuando Sergio Ramos marcó el cuarto. El central, elegido el mejor jugador del encuentro por Nuno Gomes, el hombre que eliminó a España hace ocho años en la Eurocopa de Portugal, justificó el premio como sólo pueden hacer los grandes, ahuyentando los temores y honrando a los mitos. Porque Sergio no es Pirlo, pero lo pareció. Superó las dudas y los chistes que generó su lanzamiento en los penaltis de la semifinal de la Liga de Campeones y cumplió su palabra. «Volvería a tirar», dijo después de enviar el balón a la grada. Y volvió a tirar con el estadio en silencio y sus compañeros interrumpiendo su abrazo para rezar o algo parecido. Pero Sergio, sereno y con fe, miró a Rui Patricio, lo venció a un lado y se acordó de Pirlo y de Panenka.
El invento del checo nació en la final de la Eurocopa del 76, cuando Alemania Occidental rozaba el triplete imposible, cerrar el círculo victorioso que comenzó en la Eurocopa del 72 y el Mundial 74 con un trofeo más. Pero apareció Panenka, su valentía y su clase para inventar una vaselina desde los once metros que Sepp Maier miró desde el suelo con mirada asesina. Aquel estilo, nacido para arruinar el ciclo de la Alemania de Beckenbauer, lo utilizó Ramos para abrir la puerta a una nueva final, para mantener viva la esperanza de cerrar el ciclo ganador que no pudo completar la RFA.
«Después de mi lanzamiento contra el Bayern se dijeron muchas cosas y tenía ganas de asumir esa responsabilidad. En el fondo estoy un poco loco».
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