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La batalla por el crecimiento

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MADRID- ¿Dónde está el equilibrio entre austeridad y crecimiento? Éste es la pregunta que tratarán de responder los jefes de Estado y de Gobierno de la UE este miércoles en Bruselas. Sobre esta cumbre , sin embargo, planearán también dos fantasmas que amenazan a la moneda única: la situación en Grecia y el sistema bancario español.

Tal y como ha demostrado la cumbre del G-8 celebrada este fin de semana en Camp David (Washington), Angela Merkel cada día está más sola en su rigorismo presupuestario. Tanto el nuevo presidente francés, François Hollande, como el anfitrión del encuentro, el estadounidense Barack Obama, practicaron una auténtica pinza contra la canciller alemana.

Sobre la Cumbre de Bruselas del miércoles, el presidente francés adelantó que «dentro del paquete de propuestas habrá eurobonos y no estaré solo al proponerlo. Se me confirmó en el G-8». Una «línea roja» para Berlín, que defiende que la comunitarización de la deuda europea debe llegar una vez que se alcance la unión fiscal.

Con todo, Hollande trató de desmentir cualquier intento de aislar a la líder alemana: «Tuvimos una discusión franca sobre crecimiento, pero los compromisos presupuestarios no se están cuestionando. No hay razón para pensar que un país quede aislado». «Si queremos avanzar, tenemos que hacerlo con todos los que cuentan en Europa, Alemania naturalmente, pero también con el resto del mundo», aseguró.

Y es que, tras criticar el duopolio que ejerció «Merkozy», el líder socialista francés ha manifestado repetidas veces su interés de abrir el núcleo duro de la UE a otros socios europeos, especialmente a Italia y España. Ambos países han sido invitados a participar en una reunión en Roma sobre crecimiento que se celebrará antes de las elecciones griegas del 17 de junio, y que tendrá como objetivo alcanzar una posición común de cara al Consejo Europeo del 28 y 29 de junio.

No es casualidad que Hollande trate de sumar el apoyo del primer ministro italiano, Mario Monti, que desde que llegó al poder en noviembre ha defendido la puesta en marcha de políticas que fomenten el crecimiento. Según el primer ministro italiano, «no podemos contentarnos con esperar las reformas estructurales y la reducción de los déficit para generar crecimiento».

Aunque autoexcluido de la moneda única y del Pacto Fiscal, Londres también observa con preocupación la crisis que atraviesa la eurozona. El primer ministro británico, David Cameron, aseguró ayer a «The Guardian» que «el fortalecimiento de los bancos, de los gobiernos y de los cortafuegos necesitan ser abordados rápidamente».

Además de los eurobonos, sobre la mesa de los líderes europeos habrá otras propuestas para fomentar el crecimiento y el empleo, En primer lugar, la movilización de los 110.000 millones de euros en fondos de cohesión previstos para 2012-2013 para financiar proyectos en los países periféricos. También Hollande proponen que el Banco Europeo de Inversiones (BEI) dedique 180.000 millones de euros en «project bonds», esto es en la financiación de infraestructuras transeuropeas. En tercer lugar, quiere que los 17 miembros de la eurozona impongan una tasa a las transacciones financieras, lo que proporcionaría unos ingresos de 57.000 millones de euros. En cuarto lugar, París quiere modificar el estatuto del BCE para que pueda prestar directamente a los Estados.

¿Hasta dónde presionará Hollande?, se preguntan en Berlín y Bruselas. ¿Se conformará con una mera declaración de intenciones o exigirá compromisos concretos? Por ahora, el ministro de Economía francés, Pierre Moscovici, reiteró el jueves que París «no ratificará el tratado en los actuales términos, sin una ambiciosa estrategia de crecimiento». Lo cierto es que la reforma del Pacto Fiscal reviste una dificultad adicional. El texto ya ha sido aprobado por tres países (Grecia, Portugal y Eslovenia), Irlanda lo someterá a referéndum el 31 de mayo y otros muchos han iniciado los trámites de ratificación.

Desde la Comisión Europea se ha tratado de echar un cable al nuevo inquilino del Elíseo sugiriendo la posibilidad de ampliar los plazos para cumplir los objetivos de déficit, lo que beneficiaría a países en dificultades, como España, Portugal, Italia o Grecia, pero también a Francia y Holanda, cuyo Gobierno cayó hace un mes víctima de las políticas de austeridad. «Los bancos públicos como el BEI tienen un papel que jugar, así como la inversión privada», ha defendido José Manuel Durao Barroso, quien cree que «tenemos que potenciar el crecimiento favoreciendo la inversión pública para que ésta desencadene la privada». No es el crecimiento lo que separa a los socios de la UE, sino quién debe impulsarlo: los Estados o el sector privado.