Jubilación
Marcarse un Monalisa
Torcerle el brazo a la administración tiene siempre su morbo, suele excitar al madrileño medio. Pero torcerle el brazo a Gallardón con su «multazo» aunque ya no esté de alcalde, hace a más de uno llegar al clímax ciudadano. Y si encima es con las multas es prácticamente orgásmico.
¿Consideraciones útiles para los conductores del pescozón que le ha dado el Supremo a Gallardón? Ya veremos: según DVuelta, la empresa recurrente, son hasta 600 millones de euros de las sanciones impuestas indebidamente desde 2006, siempre y cuando no se hayan pagado. Según el Ayuntamiento, el coste es cero y no afecta a las multas desde 2009. Y siendo la cifra básica, más en tiempos de crisis, sin embargo no es lo más importante: el mensaje fundamental es que un ayuntamiento –aquel ayuntamiento– no podía ser juez y «sheriff» a la vez. No podía poner las multas y decidir que en caso de duda se pone la más cara siempre y por defecto. Así que, ironías de la vida, nos quedaba el recurso de la Justicia: la misma de la que es ministro ahora Gallardón. Incluida la justicia poética, que es la que hará que miles de conductores no puedan disimular esta mañana esa media sonrisilla enigmática cuando pasen por algún radar de la M-30. Sonrían que han ganado. Eso es «marcarse un Monalisa».
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