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Dar el mitin por Lucas Haurie

La Razón
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Cuando a Carmen Tovar, delegada del gobierno regional en Sevilla, le llegó la orden de disputarle a los populares esta reñida campaña electoral «voto a voto», se tomó la consigna al pie de la letra y sin hacerse preguntas, como los buenos soldados. Andalucía tiene para el PSOE el doble valor estratégico y simbólico que tenía para Stalin Volgogrado, puerta de entrada a los pozos petrolíferos del Cáucaso y ciudad rebautizada con su nombre, defendida «casa por casa» por el tenaz Vasili Chuikov. La orden 227 del Comandante Supremo del Ejército Rojo, como si hubiese salido de la sede regional socialista, instaba a no dar «ni un paso atrás» y Nikita Kruschev dejó descrita en sus memorias la simpleza de la estrategia de Griñán ante la arremetida de las divisiones de Arenas von Paulus: «Conservar las posiciones o morir en el intento». El socialismo andaluz, tal y como lo hemos entendido (padecido) en las tres últimas décadas, saldrá victorioso de las elecciones del día 25 o no saldrá. Para los cientos de «carmentovares» que pueblan hoy la Junta, la alternativa es alcanzar los 55 diputados junto a Izquierda Unida o un largo periodo de paro. Defienden sus langostinos, claro, como panteras hambrientas.

Nunca es desdeñable la fuerza de los desesperados. Para quien vive una situación límite (y créanme que el trance de abandonar la administración tras décadas de mamela lo es), no hay freno ético ni estético que valga. Lo mismo se niega la evidencia del latrocinio de los ERE, que se improvisa un mitin ante escolares, como hizo esta señora sumando a la pésima praxis democracia la estulticia de quien se esfuerza sin saber que es en vano. ¿Pretendía ganarse al impúber, que no tiene aún derecho al sufragio, o que los papás se dejasen convencer por los niños que ella adoctrinaba? Lo dicho, «voto a voto» aunque sean virtuales. Acaso debamos agradecerle la claridad con la que ha dibujado la arcadia socialista, en la que los súbditos reciben lecciones de progresismo desde la tierna infancia hasta la provecta tercera edad, cuando la tele autonómica les come el coco con el tostón diario que les endosa Juan y Medio. ¡La Revolución Francesa, dice! Con Arenas como María Antonieta y los responsable de la Consejería de Empleo disfrazados de sans-coulottes. Qué tía más graciosa.