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Hay un camino a la derecha

El Partido Popular se convierte en la primera fuerza en Andalucía, y en Asturias más de 230.000 ciudadanos optaron por dar su confianza al centro derecha 

Hay un camino a la derecha
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El PP, liderado por Javier Arenas en Andalucía, ganó ayer las elecciones andaluzas, pero el secretario general del PSOE, Alfredo Pérez Rubalcaba, consiguió salvar los muebles, pese a que su formación en esa Comunidad perdió nueve escaños y nueve puntos porcentuales respecto a las últimas autonómicas.

 

En los comicios de ayer se produjeron dos paradojas: que el PSOE se benefició por no haber celebrado las autonómicas al mismo tiempo que las generales y que al PP le perjudicó la alta abstención, cuando los estudios demoscópicos aseguraban que le beneficiaría.

 

De acuerdo con los resultados de ayer, los socialistas podrían formar gobierno con IU si la coalición de izquierdas decide darle su apoyo. El centro consiguió más votos y más escaños que los otros partidos –PSOE e IU– , pero se sabía de antemano que si no obtenía la mayoría absoluta le resultaría muy difícil formar gobierno; y desafortunadamente para sus dirigentes, militantes y votantes, se quedaron a unos escaños de conseguir esa ilusión, algo que empieza a parecer una utopía en Andalucía, si finalmente gobierna la izquierda.

 

Así pues, ni las tropelías perpetradas por los dirigentes socialistas en esa comunidad, con la utilización del dinero de los parados para el enriquecimiento de amigos y familiares, descubiertas en los últimos meses, ni las escandalosas cifras de paro, ni el fracaso escolar, ni el retraso en índices de desarrollo respecto a otras regiones españolas, ni ninguna otra arbitrariedad cometida por los dirigentes socialistas han pesado tanto como indicaban las encuestas.

 

En cambio, sí parece que muchos andaluces han votado motivados por el discurso de la izquierda sobre las medidas económicas tomadas por el Gobierno de Rajoy, que han sido bien manejadas mediáticamente por el PSOE y todas sus terminales mediáticas. Parece que no ha calado el mensaje de que las reformas venían obligadas por la situación económica heredada del PSOE de Zapatero y no por voluntad de la derecha. Mientras que sí ha penetrado el clásico de la izquierda consistente en atemorizar a la ciudadanía con la llegada de la derecha. Pero no hay rosas sin espinas y si bien Rubalcaba no tiene que hacer las maletas porque su partido ha ganado en Asturias y quizás siga en la Junta de Andalucía, tendrá que seguir soportando a Griñán y conformarse sin gobernar en Asturias, pese a haber sido el partido más votado

 

El recuento de los votos, con suspense hasta el final, no pudo resultar más emocionante pues, a medida que subía el porcentaje del recuento, lo hacía el número de diputados del PP que partió, al principio del recuento, muy por debajo del PSOE, que terminó con nueve escaños menos y nueve puntos menos.

 

Todo un fracaso que, sin embargo, fue interpretado como un triunfo por Griñán, feliz porque había conseguido frenar la mayoría absoluta del PP. Un sentimiento erróneo, porque quien realmente paró el triunfo de Arenas por mayoría absoluta fue IU, que sí pudo considerarse ayer como un partido en alza, pues dobló sus votos y consiguió 12 escaños que, sería deseable se los venderá caros al PSOE. El candidato de IU en esa comunidad, Diego Valderas, había venido asegurando en los últimos días de campaña que antes de pactar con el PSOE planteará aquella postura de Julio Anguita conocida como «programa, programa, programa».

 

¿Significa esto que no le entregará sus 12 diputados al PSOE sin exigir a cambio un control de las cuentas públicas? Sería deseable que antes de prestarle esos 12 escaños para que Griñán pueda seguir sentado en San Telmo le exigiera claridad en los dineros públicos y la devolución de todo lo presuntamente robado, como había prometido Javier Arenas, en caso de que llegara a Gobernar.

 

Javier Arenas, por su parte, salió sereno a felicitar a los ciudadanos andaluces, pero sin poder evitar esa sensación agridulce que provoca la amarga victoria. Podía considerarse, sin duda, un triunfador pues consiguió que la derecha ganara por primera en la democracia española las elecciones a la Junta de Andalucía. Sin embargo, estaba casi convencido de que en la práctica le servirá poco más que para ser la fuerza mayoritaria en el Parlamento y para ejercer de leal oposición. Por ello, aseguró que estará a la altura de las circunstancias y que ejercerá su liderazgo en el parlamento andaluz desde la humildad, de la misma manera que hubiera ejercido su puesto como presidente de la Junta. El objetivo para él sigue siendo el mismo que antes de que se produjeran las alecciones: luchar contra la crisis y el paro, que tantas oportunidades han quitado a los andaluces. Asimismo reiteró su compromiso con Andalucía y con tantas familias a las que el azote de la crisis no les permite levantar cabeza.