Grecia

Un rescate heterodoxo por Jaime GARCÍA LEGAZ y Fernado NAVARRETE

La Razón
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Una pequeña minoría de la opinión pública española y una amplia mayoría de la italiana son ya conscientes de que España e Italia fueron objeto de rescate hace una semana. El rescate financiero de España e Italia se ha producido con un instrumento diferente al utilizado en el rescate de Grecia, Portugal e Irlanda, pero se trata también de un rescate financiero.

España e Italia reciben financiación externa gracias a que hace unos días los líderes europeos adoptaron la decisión política de colocar a ambos países, al borde del ahogamiento financiero, la respiración asistida del Banco Central Europeo. España e Italia dependen ya por completo del respaldo del BCE para poder acceder a la financiación internacional. Y esto constituye un rescate financiero en toda regla.

El rescate de Grecia, Portugal e Irlanda fue un rescate «ortodoxo», de acuerdo con el manual tradicional de socorro financiero de los países al borde del colapso o ahogamiento. Un fondo europeo –el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera–, apoyado con otro fondo internacional –el Fondo Monetario Internacional–, actúa como salvavidas y permite permanecer a flote a una economía que se hunde sin remedio como consecuencia del cierre del acceso a la financiación internacional. Ese fondo de rescate explícito se nutre de las aportaciones de los tesoros de los países que prestan el socorro, que a su vez provienen de los impuestos presentes o futuros –deuda pública– extraídos a sus respectivos contribuyentes nacionales. Se trata, pues, de un rescate no inflacionario, ya que no implica la generación de oferta monetaria adicional. La contrapartida –inevitable y, a la vez deseable– del socorro es la condicionalidad explícita del rescate: el país rescatado se compromete a cumplir con unos requisitos de política económica ortodoxa para volver a crecer de forma equilibrada y devolver el dinero que se la ha prestado desde el exterior.

El rescate ortodoxo de Grecia, Portugal e Irlanda ha sido posible porque eran economías de pequeño tamaño relativo. La cuantía del fondo necesario para su rescate era asumible para el resto de los socios europeos.

El rescate de España e Italia, un rescate implícito o heterodoxo, se ha instrumentado a través del Banco Central Europeo. A diferencia de los rescates formales u ortodoxos de Grecia, Portugal e Irlanda, el rescate de España e Italia se ha realizado con dinero generado por el Banco Central Europeo, es decir, mediante la creación de dinero. Hablamos, pues, de un rescate inflacionario. Aunque no se trata técnicamente de una monetización de deuda pública europea, puesto que el BCE adquiere la deuda española e italiana en los mercados secundarios, la barrera que separa la compra de deuda espanola previo anuncio del BCE de que se compromete a adquirir esa deuda de una monetización es muy tenue.

El rescate heterodoxo de España e Italia se debe lisa y llanamente a la imposibilidad de instrumentar el rescate por la vía ortodoxa, es decir, a la imposibilidad de financiar con dinero de los contribuyentes europeos (rescate no inflacionario) el rescate de países tan grandes como Italia o España, y mucho menos los dos juntos.

Esta nueva fórmula de rescate sin condicionalidad explícita para países demasiado grandes para ser rescatados de forma tradicional implica que, aunque haya habido una reducción significativa de la prima de riesgo, sin embargo, el coste de financiación del Tesoro español es en realidad más caro que el de los países rescatados por el método tradicional tras las últimas «rebajas» de la reunión del Eurogrupo («chollo» préstamos a largo plazo al 3,5%).

El recurso al mecanismo del BCE hace que la condicionalidad explícita sobre la política económica típica de los planes de rescate ortodoxos no se observe de forma tan explícita. Pero que no sea tan explícita no significa que no exista. Resulta obvio que sobre España e Italia pende la espada de Damocles de la amenaza de que, en caso de no reconducir la política económica, en cualquier momento, el BCE se podría volver a comportar de forma ortodoxa y mandar de la noche a la mañana el diferencial de la deuda pública de cualquiera de los dos países a los 450 puntos básicos, y dejarlos en el plazo de un mes sin financiación internacional

En Italia, el Gobierno ha captado rápidamente el mensaje y ha comenzado a tomar medidas de recorte del gasto público y de reforma estructural. Esas medidas son justamente las que han abierto en Italia el debate público abierto sobre la situación de intervención de facto del país.

En España, un Gobierno agónico e irresponsable intenta hacer como que el rescate no va con España. La penosa interevención del secretario de Estado de Economía, Campa, es el complemento de la información publicada por algunos medios que indica que Zapatero y Rubalcaba han adoptado la decisión política de no adoptar ninguna decisión económica impopular más hasta que se celebren las elecciones generales.

La sociedad española tiene que ser consciente de que el gobierno socialista deja como herencia un país financieramente rescatado y una economía intervenida, como las de Grecia, Portugal e Irlanda. Zapatero Y Rubalcaba le dejan al próximo Gobierno un país intervenido de facto y sometido a la respiración asistida del BCE a la que se le exige –a cambio del rescate a cargo del BCE– un conjunto de medidas de recorte del gasto público y reformas or la amenaza de esta espada de Damocles.

Este Gobierno socialista agónico e irresponsable prentende hacerse el sueco hasta el 20-N, pero la opinión pública española tiene derecho a saber que un probable gobierno del PP heredará una economía a la que se le exigen desde ya sacrificios que son consecuencia de un rescate al que nos ha llevado una pésima gestión económica desde 2004.


Jaime García Legaz. Secretario general de FAES
Fernando Navarrete. Director de Economía y Políticas Públicas de FAES