Sevilla
«El pueblo no vio las riquezas del Nuevo Mundo ni las de ahora»
Sevilla- Domina la aventura y la historia en sus novelas. También en el plano real de la conversación. No se achica Matilde Asensi, con el aplomo incendiario de los tímidos cuando se agarran a una verdad. Pide una Coca-Cola Zero. «Sin limón, por favor». En el hotel con nombre de Pérfida Albión, no se toca la Armada Invencible. Pero se habla de la madrugada, que es cuando a Asensi le suele pillar la inspiración trabajando. En sus noches, por más que quiera acostarse a «una hora decente», combustionan las leyendas.
Acabó «La conjura de Cortés» –trilogía del personaje de Catalina Solís/Martín Ojo de Plata, junto a «Venganza en Sevilla» y «Tierra de Oro»– «a eso de las 6:30 de la mañana»; se quedó «mirando la pantalla del ordenador», encendió «un cigarrillo», puso «los pies encima de la mesa» y «no podía creer que había puesto el fin». «Era algo increíble». «Siempre pasas unos días como colgando en el vacío», pero «esta vez» la han«lanzado a los leones» de la promoción y la carretera. «A la velocidad del rayo». «Ahora el libro ya es de todo el mundo», asegura, «tras seis años con los mismos personajes». «Mío puede ser el original del ordenador», apostilla. Cuando empezó la saga, la directriz principal que se impuso fue «desde el primer día» que la trilogía «en lugar de ir hacia abajo fuera hacia arriba». «Lo estaba escribiendo y había un pálpito. Va bien. Sé que va bien», cosa «rara» en una persona que tiende «al pesimismo». «La conjura de Cortés», como el resto de sus libros, editados bajo el sello de Planeta, ya es un fenómeno de ventas. Lo del cine es una historia, que, pese a «las proposiciones deshonestas», tendrá que esperar. «No es el dinero lo que me mueve. No me quiero arriesgar a que me estropeen mi historia y mis personajes».
La obra se desplaza de Tierra Firme o Nueva España a Sevilla y ahora al norte del Nuevo Mundo: México. «Era un reto, desde el principio», cuenta Asensi, que confiesa «el mal vicio» de «meterse en jardines». El viaje para documentar «Todo bajo el cielo» en China, por ejemplo. O «escribirte tres libros con el lenguaje del Siglo de Oro. No se lo deseo ni a mi peor enemigo». Pardiez. Para documentar la Sevilla de la época contó con Enriqueta Vila en la anterior entrega. «Para el Nuevo Mundo, documentación de México hay muy poca». Creando desde cero. Como Matilde Asensi paga «todos los impuestos», se agarra al «derecho a hablar de todo». Con la franqueza del arponero. «El problema es que ahora estamos tan arruinados como en el Siglo de Oro. Y arruinados por los banqueros alemanes, como entonces. Le debíamos tanto, que lo que llegaba al Puerto de Sevilla era para pagar los intereses y seguíamos pidiendo créditos. El pueblo no vio nada de las riquezas del Nuevo Mundo y seguimos sin ver nada de las riquezas del mundo. ¿Es que alguien nos ha preguntado qué es lo que se hace con nuestro dinero?».
Ración y media de verdades del barquero. Como cuando recuerda que «el mundo que conocemos lo han hecho los hombres. Este mundo está hecho por la testosterona» y aboga por hombres y mujeres de la mano para alzarnos en estos días sobrepasados de lamentaciones. O cuando subraya que «las cosas no fueron como nos las han contado. Hace 200 años que nos fuimos de América, son países riquísimos, no teníamos capacidad ni tecnología para llevarnos toda su riqueza. Lo mismo que nosotros, han tenido malos gobiernos. Es el destino maldito de España y de sus colonias».
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