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Los Ángeles

«Dredd 3D»: alégrenle el día

Karl Urban sustituye a Stallone en una nueva y más seria versión del cómic

«Dredd 3D»: alégrenle el día
«Dredd 3D»: alégrenle el díalarazon

Todo héroe, antihéroe o justiciero que se precie tiene su «one-liner», como lo llaman en Hollywood, esa frase ingeniosa y contundente. Es el «volveré» de Terminator/ Schwarzenegger, el «alégrame el día» de Clint Eastwood cuando se enfunda los pantalones campana de Harry el sucio, o el «yippee-ki-yai» de John McLane en «La jungla de cristal»... El más duro de los policías del futuro no podía ser menos. «Yo soy la ley», sentencia el Juez Dredd mientras acaba con los «perps» (criminales en jerga futurista) y, de paso, con Montesquieu, a base de sofisticados trabucazos: en el siglo XXII, la postapocalíptica América es un desierto radiactivo rodeado por dos «paréntesis», las urbes gigantescas Mega-City Uno y Mega-City Dos, una en la costa Este, la otra en la Oeste. Centenares de millones de ciudadanos viven hacinados en sus rascacielos, llamados Mega-Blocks.

En esta distopía, nacida en forma de viñetas, el índice de criminalidad está más alto que la prima de riesgo, y los agentes de la ley llamados jueces son a la vez el brazo policial, el judicial y el ejecutor de las sentencias: por poco te aplican una ración de plomo, y por menos aún te cae perpetua. Dicho todo, y pese al tufillo totalitario, «Juez Dredd» es uno de los cómics más entretenidos y longevos de la industria británica, y sus páginas incluyen sagas que son ya clásicos para su legión de fans.

El personaje tuvo una poco afortunada adaptación al cine protagonizada por Sylvester Stallone en 1995. Mejorada, en 3D, menos fiel a la estética futurista y al humor del cómic, pero más digna y efectiva como película de acción, llega una nueva versión que firma Pete Travis («En el punto de mira») y protagoniza el neozelandés Karl Urban, el Eomer de «El señor de los anillos». Atrapado en un Mega-Block en compañía de la novata Anderson (Olivia Thirlby), una juez con poderes psíquicos, Dredd tendrá que enfrentarse al ejército de traficantes de drogas que lidera la sociópata Ma-Ma (Lena Headey).

Sin quitarse el casco
Y, como mandan los cánones del tebeo, en el filme no se desprende del casco y apenas mueve un músculo facial. «De hecho, me lo pasé bien. Una vez que te pones el uniforme es una experiencia que te transforma. El reto era tratar de lograr transmitir emociones sin usar los ojos», explica el actor. A su pasó por Madrid practicó un humor soterrado que contradijo su apariencia de tipo impasible y previsible: insistió a todos los periodistas para que le preguntaran a su amigo Viggo Mortensen (que ese mismo día promocionaba otro filme en Madrid) sobre su nueva –e inexistente– granja de cabras en Segovia; todo era una broma entre ambos.
Cuenta Urban que «no veo a Dredd como un superhéroe, tan sólo a alguien con unas habilidades especiales... y una moto fantástica. Su valor consiste en que cuando todo el mundo huye del peligro, Dredd corre hacia él». Pese a los elogios, fue rotundo sobre la posibilidad de un futuro real, dada la crisis que vive Europa, en el que acabáramos conviviendo con agentes de este tipo: «¡Sin duda, espero que no ocurra!».

Pese a las explosiones, disparos y fracturas sangrientas, Urban defiende al filme: «No es una película para niños, sino para niños grandes. Dicho esto, hay muchos medios que son más peligrosos potencialmente que cualquier película. Hay jóvenes, con sus vídeojuegos, sintiendo en primera persona la experiencia de disparar a alguien». Y cree que la violencia del filme «recuerda a la manera en que la rodaba Kubrick en películas como "La naranja mecánica", con imágenes muy gráficas, pero contraponiendo a la vez una música brillante». Por eso, redondea: «La violencia en esta película es más honesta que en otras».

Criado en Nueva Zelanda, donde vive con su familia, Urban define Los Ángeles como «una ciudad divertida pero orientada a los negocios», aunque no se cierra puertas: «Tengo muchos amigos allí y cada vez la siento más como mi hogar».

ENCANTO «BRITISH»
El Juez Dredd nació en 1977 de la pluma de John Wagner y los lápices del zaragozano Carlos Ezquerra. Y ahí sigue, 35 años más tarde, convertido en la estrella de 2000 AD. La revista inglesa encontró un filón en su brutalidad, pero también en su humor negro con sello británico. Por sus páginas pasaron con los años nombres de relumbrón como el del dibujante Brian Bolland o los guionistas Garth Ennis, Mark Millar y Grant Morrison, y hay arcos argumentales brillantes, como «La tierra maldita» y «La búsqueda del Juez Niño».