Crisis en el PSOE
Malos contra malos
Tras definir el «acto fallido» y enumerar profusamente sus formas, el mismísimo Sigmund Freud no acertaba a explicar sus motivaciones aunque sí a situarlas en algún recóndito desván de la inconsciencia. José Antonio Griñán incurrió en uno antier en el parlamento de la señorita Pepis de las Cinco Llagas pero los analistas no han discernido cuál es la causa, entre las muchas que tiene, que podría haberlo llevado a decir que Zapatero «es malo». En el entendido de que estamos ante un acto fallido y no ante el primer rejón al presidente del Gobierno clavado desde el propio PSOE. No le supone uno al emperadorcito regional tantas agallas pero todo podría ser. Zapatero es malo con su familia porque condena a Sonsoles a vivir enjaulada y empuja a sus niñas a una hórrida rebeldía; Zapatero es malo con sus compañeros porque los tiene de palmeros en el Gobierno y arrastrará su partido al lodo electoral; Zapatero es malo con el mismo Griñán porque lo tiene en un ay con la fecha de las elecciones autonómicas; Zapatero es malo con todos nosotros, sus administrados, por mil razones en las que no vamos a abundar. Pero la sentencia del compañero Pepe tenía una segunda parte que todo el mundo ha obviado: «Que Zapatero sea malo no significa que el PP sea bueno». No se puede retratar mejor la política española con menos palabras. Un rapto de lucidez, eso fue lo que tuvo.
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