Nueva York

Cómo sobrevivir a Cibeles

Cómo sobrevivir a Cibeles
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A la espera de que el Madrid gane un título, Cibeles se ha quedado en paro. Otra más. En su 55ª edición la pasarela madrileña ha reciclado la túnica de diosa, para ponerse un mono de mecánico «deluxe», que para eso ahora se ha rebautizado como Mercedes Benz Fashion Week Madrid. Este nuevo rumbo viene acompañado de un cambio de fecha para no coincidir con la pasarela de Londres –que eclipsaba a la española– y con un momento más que difícil para los diseñadores españoles. Véase la ausencia de Adolfo Domínguez o el no retorno de Nicolás Vaudelet y Alma Aguilar.

Sobrevivir a los caprichos de deidades tiene lo suyo. En esta cuerda floja de equilibristas de la aguja se ha visto Ana Locking, que el pasado año se las vio y se las deseó, como todos, para sacar adelante su colección. Ahora respira tranquila en su taller de la calle Hortaleza. «La verdad es que lo pasamos mal, pero al final todo era cuestión de cambiar de estrategia. Las ventas internacionales y on-line nos han salvado y podemos continuar hacia adelante con perspectivas de futuro».

Y es que el consumo en España está bajo cero. El peor momento desde que en 2007 se independizara de Shocking para trabajar en solitario. «Tanto es así, que ni tan siquiera tengo comerciales o me molesto en buscar nuevas tiendas como hacía antes para colocar mis prendas. Quien esté interesado, que venga a verme, pero he descubierto que ésa no es mi lucha. He concentrado mis esfuerzos en otros mercados.
Es más, mi intención es irme de España». ¿A desfilar? «No. Marcharte a Nueva York para hacer un desfile no sirve de nada, porque vuelves con lo puesto. Si das el salto, es para vivir allí, para asentarte con tu firma, moverte en los círculos de la moda, el arte y la industria textil, tener un buen showroom de moda, trabajar para otras marcas….», comenta.

Promoción internacional
Toca buscarse la vida al margen de las subvenciones públicas, que sólo llegan al cine. «Tampoco creo que sea bueno que suelten dinero así porque sí. Sería más partidaria de hacer como en su momento apostaron los belgas: gestionar espacios de venta o desfiles en París para los creadores, pero sin que el dinero pase por nuestras manos», señala Ana Locking convencida de que las administraciones han de mirar la moda española como industria a potenciar, a la vez que lamenta que la pasarela española no acabe de despegar. «No saben que existimos. Cibeles necesita promoción internacional durante todo el año, no basta con adelantarse una semana». ¿Y por qué seguir desfilando? «Si algo tiene bueno es el casting de modelos. A nosotros el que determinadas maniquíes lleven las prendas nos abre puertas ante muchos clientes», subraya. La pasarela no deja de ser un día más. Importante, pero no la clave. «El único capricho que me da al día siguiente es que mi chico me sirva el desayuno en la cama. Pero, luego, nada de vacaciones. Es cuando toca ponerse a vender la colección, comprobar que la anterior ha llegado a todos los puntos de venta, planear los numerosos viajes para las ferias de tejidos…».

Con este panorama se planta el próximo viernes con una colección que se mete en una cápsula del tiempo para remontarse a los años 20 y llenarla del vanguardismo creativo con el sello Locking, el color gris como hilo conductor. Pero sólo eso. Porque las colecciones de la madrileña, en su concepto, son todo menos grises. «La tribu urbana de tendencia con más peso en París son los «new dandis», veinteañeros que buscan el «look» perfecto retomando complementos como el chaleco, los gemelos… Lo mismo ocurre con las mujeres. Eso es lo que vamos a ver», explica esta mujer obsesionada con el patronaje, a la vez que sigue con su particular encaje de bolillos que pasa por ejercer de «Juan Palomo», esto es, entre ella y Alberto, su novio y responsable de toda la parte de márketing y comunicación, gestionan mano a mano su Pyme: desde los dibujos de la colección, la compra de las telas en las ferias de París y Barcelona, las facturas… Con este panorama, ¿es Ana Locking mileurista? «A veces, te aseguro que ni eso. Porque vivo con tanta pasión mi trabajo, que lo que ganamos se lo come directamente la empresa. Vivo todo esto como una inversión hacia adelante».

 

EN PRIMERA PERSONA
«¿No hay nada más para el sastre? Tenemos el abrigo verde, el naranja… ¡Y la torera! No te olvides», repasa Ana con Laura y Víctor, quienes fueran alumnos suyos de diseño en la Universidad Politécnica. Ahora son sus asistentes y con ellos corta prácticamente toda la colección. «Es exigente, pero se aprende mucho de ella», señalan. «Hay que serlo, porque si no, no llegas a nada», apostilla Locking, mientras camina hacia el taller donde repasa con Maricarmen un vestido en lima acolchado. «Cuando veo un desfile es como cuando un periodista ve su reportaje publicado. Con un vistazo sabes si ha fallado algo, lo que falta y lo que sobra», apunta la jefa de taller.