Navarra
El día de la ignominia
Hoy es un día negro para la democracia. Sin duda, una de sus peores jornadas, porque en una parte de España la fiesta de la libertad que supone la constitución de los ayuntamientos será subvertida por la presencia de ETA. Hoy, el brazo político de la banda terrorista tomará el poder en al menos 68 consistorios del País Vasco y Navarra. Bildu entrará en las instituciones democráticas con 1.138 concejales y se materializará un enorme retroceso en la lucha democrática en el País Vasco. La realidad dura y descarnada es que los terroristas están más cerca de sus objetivos y los demócratas, demasiado lejos, cuando la derrota de los asesinos estaba al alcance de la mano. Los ciudadanos serán los principales paganos de este retorno al pasado más oscuro de un territorio que había experimentado un encomiable progreso en la recuperación de espacios de libertad y en el proceso de normalización de una sociedad amedrentada y atormentada durante décadas de asesinatos, secuestros y extorsiones. Aquellos que rumiaban en silencio su justo arrinconamiento se sentarán hoy en el salón de plenos de los ayuntamientos y muchos de ellos desde el Gobierno de la localidad. Ese cambio, ese aire espeso y enrarecido que forma el miedo y la coacción se ha asentado ya en muchas localidades en las que han vuelto las amenazas, las pintadas y las dianas en un paisaje escalofriante que creíamos superado.
El dato más desasosegante de este proceso es, sin duda, que una ínfima mayoría de magistrados del Tribunal Constitucional dinamitó el dique que el Estado de Derecho había levantado con esfuerzo y sacrificio durante años para librar a las sociedades vasca y navarra de los terroristas. Aquellos magistrados usurparon las funciones del Tribunal Supremo y atropellaron la arquitectura judicial democrática para abrir una espita cuyas consecuencias pueden pagar varias generaciones. Porque, debemos recordar hoy y todos los días que ETA no se ha disuelto ni tiene intención alguna de desaparecer y pasar a la historia. Más bien al contrario, su función de tutela de este proceso, de mano que mueve la marioneta de Bildu, se muestra cada día más nítida.
Este mismo fin de semana, la Asociación de Víctimas del Terrorismo celebra el congreso que conmemora el 30 aniversario de su fundación. Un acontecimiento doloroso por converger con el regreso de ETA a las instituciones. Las víctimas, sin duda, representan lo mejor de esta sociedad y son la conciencia colectiva que nos marca un camino de compromiso y ejemplaridad. Es decepcionante que, tras años de marginación y cuando José María Aznar las honró con justicia, la voz de las víctimas sea de nuevo desoída por el Gobierno y su opinión desatendida por no plegarse al discurso oficial y al pensamiento único. Ángeles Pedraza, su presidenta, recordó ayer que es necesaria una nueva política antiterrorista que busque la derrota definitiva de ETA y lamentó que Pérez Rubalcaba salga del Ministerio del Interior en unos meses dejando tras de sí 1.138 concejales de Bildu. Es una descripción de la realidad. Mal que le pese al Gobierno, el País Vasco es hoy mucho menos libre y afronta un futuro de incertidumbres y amenazas.
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