«Una guerra civil es difícil de digerir»

–La Europa revolucionaria en el siglo XX... ¿cómo la definiría?
–El final de esas revoluciones dan las claves: represiones despiadadas, ejecuciones, victoria total de un lado sobre el otro. Normalmente las ganaron los contrarrevolucionarios, con la excepción de Rusia, que pasó a convertirse en la URSS.

–En su libro dedica muchas páginas a la Guerra Civil española. ¿Tan determinante fue?
–Es un ejemplo único. Se produce en la Europa entre guerras y para los medios de comunicación fue un impulso: la figura del corresponsal de guerra se engrandeció. Por eso trascendió a otros países. Además reflejaba las tensiones tradicionales entre la derecha y la izquierda.

–La Ley de Memoria Histórica en España, ¿hacia dónde nos lleva?
–Mire, si hay un interés, incluso afirmaría que humanitario, por recuperar cadáveres para que tengan una sepultura digna, me parece bien. Sin embargo...

–... No es sólo para eso.
–Creo que no. Hay un interés por utilizar una versión de la Guerra Civil como arma política. No es nuevo, ha sucedido en otros países. Una guerra civil siempre es difícil de digerir y más aún en el lado de los vencidos. Lo que me parece inaceptable es que desde un gobierno democrático se intente imponer su visión sectaria.

–Se dijo que la Segunda Guerra Mundial era una vacuna para conflictos posteriores en Europa, ¿fue así?
–En parte. La Segunda Guerra Mundial acabó con el fascismo tal y como se conocía. Y sí funcionó como vacuna si se tiene en cuenta el siguiente escenario: la Guerra Fría, que creó estabilidad. A partir de entonces las guerras revolucionarias se trasladaron al Tercer Mundo.

–Yugoslavia nos despertó del sueño.
–Sí, fue el fracaso ilustrado de Europa. Yugoslavia tenía una estructura multiétnica con el expansionismo serbio como desencadenante. Los croatas y los bosnios lo único que hacían era defender su territorio.

–Las revueltas en Túnez y Egipto han sido impredecibles.
–Efectivamente, eran y son regímenes autoritarios y se ha producido un estallido.

–¿Estamos ante una nueva era en Oriente?
–Sí, si optan por una verdadera democracia, las relaciones con Occidente no cambiarían tanto, pero no se sabe. Lo que es seguro es que Israel se enfrenta al mayor peligro en los últimos 40 años.