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Gladiador del escenario por Enrique Cornejo
Con Quique Camoiras se va un pedazo de una generación: se marcharon antes Juanito Navarro, Antonio Ozores, y tantos otros, que fueron, como él, gladiadores del escenario. Trabajaron con fuerza e ímpetu, siempre fueron actores vocacionales y empresarios dispuestos a correr el riesgo de tener su propia compañía. Quique fue siempre un gran luchador. Cultivó un estilo muy personal, que era lo que el público esperaba de él, y vivió muchas tardes de gloria. La noticia de su muerte me llega alejado de Madrid: bien sabe su familia que hubiera querido acompañarlos en estos momentos. Quique fue, por encima de todo, un gran profesional. Era capaz de salir a actuar con un cólico nefrítico, algo de lo que fui testigo. Cuando ya no aguantaba más el dolor, se puso una inyección de nolotil entre cajas, y regresó al escenario. Pertenecía a otra escuela, a esa línea de Don Paco Martínez Soria y los grandes costumbristas, hombres capaces de acercarse al pueblo como nadie porque formaban parte de él. Eran actores, como Tony Leblanc o Antonio Ozores, que procedían de una época difícil en la que distraerse era importante. Pero el suyo no es un género fácil, y para cultivarlo hacía falta no sólo ser un gran actor que transmitiese la sensibilidad del personaje, sino sentir amor por las tablas. Y para Quique, su hábitat natural era el escenario.
Enrique Cornejo
Empresario teatral
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