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George Clooney en ascendencia con «Los descendientes»

A pesar de su aspecto desaliñado en la soberbia «Los descendientes», el actor sigue teniendo ese «glamour» que se ha convertido en imán para el género femenino. Conquistas no le faltan, pero él tiene alergia al compromiso, aunque no a los premios.

George Clooney en ascendencia con «Los descendientes»
George Clooney en ascendencia con «Los descendientes»larazon

En el pasado Festival de Toronto, George Clooney hizo una presentación muy a su estilo. Delante de los medios reveló: «Quiero anunciar que éstas son mis hijas». Las actrices Shailene Woodley y Amara Miller le miraban incrédulas y con una media sonrisa, pero sin entender lo que estaba sucediendo. Sus hijas son, pero en «Los descendientes», filme por el que se acaba de llevar unmerecida justicia el Globo de Oro y por el que todas las quinielas apuestan para la nominación al Oscar. Cuando un periodista le preguntó si el haber interpretado a un viudo y padre soltero había despertado sus instintos paternales contestó: «En absoluto. No tienes que inyectarte heroína para interpretar a un drogadicto. La mayoría de los actores que tratan de ser presidentes en la pantalla no lo desean en realidad. A mí me gusta tenerlos en la ficción porque al final del rodaje vuelven a su casa». Rodada en Hawai a las órdenes de Alexander Payne, cuenta la historia de un hombre que, tras la muerte de su esposa, ha de hacer frente a su nueva vida con dos hijas adolescentes que no aceptan la situación.

-Su carrera no puede ir mejor tras haber logrado el Globo de Oro y estar nominado como director por «Los idus de marzo», ¿compite consigo mismo?
-He decidido seguir una línea en mi carrera: involucrarme en proyectos que se mantengan en la cartelera mas allá de la semana de estreno. No quiero que cuando cumpla setenta y cinco años, y ya voy por los 50, y esté sentado en mi silla de ruedas en el cine vengan a mí y me digan: «Señor Clooney, usted protagonizó veinte películas que fueron número uno». En realidad, con llegar a conseguir la mitad habrás ganado lo suficiente como para embarcarte en proyectos de otro tipo, y eso es precisamente lo que deseo hacer. No tengo la menor ambición.

-¿Cómo ha sido su relación con Alexander Payne?
-Es un director excepcional que, y es mi opinión, está desaprovechado porque no trabaja lo que debería. Echo de menos más cintas suyas, trabaja con cuentagotas. Es inteligente, posee un talento que nadie cuestiona en Hollywood y todos sus proyectos son de la calidad. Trabajar con él fue un auténtico lujo. Habría sido un estúpido si hubiera rechazado esta película. Empezamos a hablar de ella en 2009, poco tiempo después ya pude leer el guión y en 2010 rodábamos.

-Ganó un Oscar por su papel en «Syriana». ¿Está deseando llevarse otro?
-Valoro el hecho de que el público disfrute con mi trabajo, de verdad, pero no estoy obsesionado con coleccionar premios, aunque pueda sonar a frase hecha. Si me lo dan, estupendo, y si se lo lleva un compañero que se lo merece más que yo, tampoco me va a importar. Lo que quiero es ser recordado por mi carrera, en especial por mi vertiente como director, por si queda alguna duda se lo explico: lo que yo deseo de verdad es que mis descendientes sean mis películas, especialmente aquellas que aún están pendientes de rodar.

-Habla maravillas de Payne. ¿Admira a algún otro director o actor tanto como él?
-Siempre he dicho que me gustaría ser como Paul Newman, un hombre que actuaba, dirigía, que mantuvo una posición política comprometida y que apoyó sin descanso las causas en las que creyó. Se portó hasta el último día como un caballero, lo que es infrecuente en esta profesión. Para mí es un ejemplo. Era una estrella, de las de verdad, no de las de twitter o Facebook, que tiene nunos días de vida y después se apagan sin dejar rastro. Newman pertenecía a otra época y lo consiguió todo sin darse jamás importancia. Yo quiero seguir sus pasos.

-¿Sigue estando muy comprometido políticamente?
-Representa parte de mi rutina diaria, no lo vivo como algo especial. Como ciudadano, y desde una posición de privilegio como la que disfruto, el compromiso político es, en mi caso, una responsabilidad. La fama me brinda poder hablar desde un foro en el que el público se fija en mí y me escucha. Todos sabemos que en el teatro hay mejores actores que yo, digamos, con más tablas, pero he sido bendecido con el éxito y quiero compartirlo con quienes me rodean.

-Su particular sentido del humor se ha hecho popular en Hollywood. ¿Es algo innato?
-Digamos que no me gusta sentirme intimidado cuando voy a trabajar y así se lo hago saber a mis compañeros. Les he gastado bromas a los Coen, a Soderbergh, a Reitman y, por supuesto, a Payne durante este rodaje en Hawai. Hicimos muy buenas migas. Disfruto cuando la gente se relaja y se ríe, y si algún actor me hace repetir muchas veces una escena ya puede prepararse, porque durante la hora del almuerzo me tomo la revancha y no paro de molestarle. Y saben que cuando amenazo cumplo.

-Responde a todo lo que se dice de su persona: es un seductor, un hombre curioso... ¿Hay algo en la vida que le moleste?
-No me gusta en absoluto que mis compañeros se quejen de la vida que llevan, sobre todo, los que tienen trabajo y han alcanzado el éxito. Yo jamás lo hago ni lo haré. Cuando decides ser intérprete, básicamente eliges no crecer, no seguir las reglas y pasártelo lo mejor posible. Creo que en este gremio todos trabajaríamos gratis, pero sucede que, además, nos pagan por hacer lo que nos gusta. La verdad es que nos sonríe la fortuna por ganarnos así la vida. Rodar una película o una serie de televisión supone dedicarse catorce horas seguidas al día, levantarte muy temprano, parar lo justo para descansar y acabar casi extenuado, aunque cuando buscaba un empleo y pasaba el día en la construcción invertía la misma cantidad y me pagaban bastante menos , y eso sí es dejarse la piel. Como director, la responsabilidad que adquieres se multiplica, aunque tiene compensaciones. Estoy seguro de que los espectadores no quieren que le hablen de lo dura que es mi profesión.

-¿Cómo sobrelleva el hecho de envejecer frente a la cámara?
-Muy bien, porque no me molesta en absoluto y, ¿sabes por qué? porque a mis 50 años soy capaz de fulminar en un mano a mano jugando al baloncesto a cualquier jovencito que me pongan por delante. Créeme que no miento cuando digo que no me siento viejo.

-¿Qué le debe a la serie «Urgencias», donde se dio a conocer?
-Todo, si no lo reconociera sería un desagradecido. Cambió mi vida. He de confesarte algo: antes de trabajar en ella yo era un pésimo actor, tan malo que ningún productor se fijaba en mí, me daban largas y no me tenían en cuenta. Tuve la suerte de encontrarme con el tiempo con un gran equipo de profesionales, que día a día me enseñaron cómo se debe interpretar. «Urgencias» fue un regalo del destino. 

 

EL INDOMABLE
Alexander Payne, cuando menos es más

Su filmografía es escasa e impecable («Election», 1999; «A prropósito de Smith», 2002, y la aclamada y premiada «Entre copas», 2004); sin embargo, es inversamente proporcional a las elogiosas críticas que ha recibido tras el estreno de sus cintas. Director exquisito, sabe extraer lo imposible de los actores. Clooney lo explica en esta entrevista. Le ha dejado luciendo una desvaída camisa hawaiana. A Payne (en la foto) no le interesa nada la maquinaria de Hollywood, se sitúa al margen de ella y pisa las alfombras rojas lo justo. Medita cada uno de sus proyectos y se toma su tiempo, pero muchos actores rivalizan ya para que cuente con ellos.