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El estricto Al Gore
A sus 35 años, ya ha presentado su tercera novela, «Dulce Jiminy», la historia de una joven que intenta descubrir el misterio de dos asesinatos perpetrados en el sur de Mississipi y que nadie ha investigado.
Desde que se licenció en Harvard, la carrera de Kristin, la hija de Al Gore, ha experimentado un ascenso fuera de lo normal y ha colaborado como guionista en series y programas de éxito como «Futurama» y «Saturday Night Live», por los que fue nominada a un Emmy. Asimismo, ganó un premio del Sindicato de Guionistas de Estados Unidos. En la actualidad se encuentra inmersa en una nueva novela y trabaja en varios guiones de cine. Cualquiera podría pensar que todos estos logros se deben a su apellido, aunque ella asegura que trabaja «muy duro» y que le ha resultado bastante difícil «encontrar mi propia identidad». «Si me hubiera dedicado a la política, ser hija de mi padre me habría abierto puertas, pero en el mundo en el que me muevo, no», afirma. Sin embargo, en sus dos primeras obras, «La colina de Sammy» y «Sammy en la Casa Blanca», Kristin Gore narra historias de campañas electorales y zancadillas que se ponen los políticos para que prevalezcan los propios intereses, un campo que ella domina bien, ya que su padre fue vicepresidente del Gobierno con Bill Clinton y candidato a la presidencia en 2000. A pesar de las líneas de estas novelas, Kristin insiste en que en el ámbito de la política, como en la vida cotidiana, «hay luces y sombras» y que aunque existen algunos que intentan aprovecharse de sus cargos para salir beneficiados, «también hay gente buena que intenta mejorar las cosas».
Desprestigio
Lo cierto es que sus tres libros están inspirados en la realidad, en lo que ella ha visto a su alrededor. La idea de «Dulce Jiminy» le surgió mientras veía por televisión varios casos de asesinatos por racismo que se reabrieron en 2007. «Me puse en contacto con quienes habían padecido ese horror y empecé a escribir mi novela». En sus páginas intenta «mostrar una parte de la vida que han llevado en algunas zonas del sur de Estados Unidos, aunque los lectores de cualquier país se pueden sentir reflejados en las injusticias», aclara.
Parece ser que Kristin lleva el espíritu reivindicativo en las venas. Su madre fue activista y su padre protagonizó el polémico documental sobre el cambio climático «Una verdad incómoda», por el que ganó un Oscar en 2006. «Siempre ha sido muy estricto con sus ideas, desde que tengo uso de razón nos las ha inculcado». Muchos le acusan de no cumplir lo que predica, aunque su hija achaca esos comentarios a «contrarios» que lo único que buscan es desprestigiarle.
Doble moral
Sus apariciones en los medios en contra del cambio climático no han conseguido que Al Gore, en la imagen, convenza a todos. Denuncian que, al parecer, en su hogar se consume más energía que en el de una familia media norteamericana.
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