Ciudad del Vaticano
Las nuevas provocaciones de Pekín tensan las relaciones con el Vaticano
La Santa Sede "deplora con profundo dolor"que se haya celebrado en Pekín una asamblea de católicos chinos promovida por el Gobierno comunista sin el permiso del Vaticano y asegura que se trata de un gesto "hostil"con el que China ha dañado unilateralmente el diálogo y el clima de confianza.
El Vaticano evidenció su malestar hoy en un duro comunicado, en el que condena la VIII Asamblea de Representantes Católicos Chinos, celebrada en Pekín los pasados 7,8 y 9 de diciembre, que supone un escalón más en el aumento de la tensión entre la Santa Sede y China, después de que los pasados días fuera ordenado un obispo sin el permiso del Papa.
"Con profundo dolor la Santa Sede deplora esa asamblea, impuesta a numerosos obispos, sacerdotes, religiosos y seglares. La modalidad de su convocatoria y desarrollo manifiestan un comportamiento represivo en el ejercicio de la libertad religiosa, que se consideraba ya superado en la actual China", denunció.
Según el Vaticano, la "persistente voluntad"de controlar la esfera más íntima de los ciudadanos "no honra a China, sino que es una señal de temor y debilidad antes que de fuerza, de una intransigente intolerancia".
"La Santa Sede lamenta profundamente que esa asamblea, así como la reciente ordenación episcopal sin el mandato de Papa han dañado unilateralmente el diálogo y el clima de confianza en las relaciones con el Gobierno de la República Popular China", señaló el comunicado.
Y agregó: "Mientras reafirmamos la voluntad de dialogar honestamente, consideramos que actos inaceptables y hostiles como estos causan en los fieles una grave pérdida de la confianza que es necesaria para superar las dificultades y construir una relación correcta con la Iglesia para el bien de todos".
Advertencia previa
A los obispos y sacerdotes participantes, el Vaticano recuerda que antes de la asamblea ya les advirtió de que no participaran y que cada uno de ellos deberá dar cuentas ante Dios. Asimismo señala que muchos ellos fueron "forzados"a participar y por ello denuncia la grave violación de los derechos humanos, en particular el de la libertad de religión y conciencia.
El Vaticano pide a los fieles que recen por los obispos que participaron libremente en la asamblea, miembros de la Iglesia que controla el partido comunista chino, conocida como "Patriótica". También subraya que el actual "Colegio de Obispos católicos de China"no está reconocido como Conferencia Episcopal, ya que no forman parte de ellos los obispos "clandestinos", es decir lo que están en comunión (unidad) con Roma.
El Vaticano añadió que ese colegio está formado por obispos "ilegítimos"y que el mismo contiene elementos "irreconciliables"con la doctrina católica. Ante esta situación, el Vaticano reiteró el llamamiento que Benedicto XVI hizo el pasado día 1 en favor de la Iglesia católica en China, "que vive momentos difíciles, para que pueda testimoniar su fe con valentía"y pidió a todos los fieles rezar por ella.
Días antes, el 20 de noviembre, fue ordenado obispo José Guo Jincai sin el permiso del Papa, lo que ha fue calificado por el Vaticano como una "grave violación de la libertad de religión y conciencia".
Millones de fieles divididos
En China existen entre 8 y 12 millones de católicos, según datos del Vaticano, divididos entre los pertenecientes a la Iglesia oficial -controlada por el Gobierno comunista- y la clandestina, en comunión con Roma y perseguida por el gobierno de Pekín.
Uno de los puntos que enfrenta al Vaticano con Pekín es el nombramiento de los obispos, pues el Vaticano reclama que sólo pueden ser designados por el Papa, mientras que la "Iglesia Patriótica"ha ordenado obispos sin el visto bueno de la Santa Sede.
El Vaticano y China no mantienen relaciones diplomáticas desde 1951, después de que Pío XII excomulgara a dos obispos designados por el Gobierno chino, que a su vez expulsó al nuncio apostólico, que se estableció en la isla de Taiwán.
Para reanudar las relaciones diplomáticas, China exige que el Vaticano rompa previamente con Taiwán y que no "interfiera"en los asuntos internos chinos.
A mediados de 2007 Benedicto XVI envió una carta a los católicos chinos en la que expresaba su deseo de restablecer las relaciones diplomáticas con China, lo que supondría, según el Vaticano, trasladar la Nunciatura de Taipei a Pekín.
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