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Las vacunas no provocan autismo

El mercurio que contienen las vacunas prescritas en el calendario pediátrico para los niños no incide ni provoca enfermedad alguna a quienes las reciben, y, en concreto, se rechaza de plano que pueda tener relación con el autismo

La sentencia concluye que no existe «evidencia científica» de la relación causa-efecto
La sentencia concluye que no existe «evidencia científica» de la relación causa-efectolarazon

MADRID- Así lo ha establecido la Sala de lo Contencioso-Administrativo de la Audiencia Nacional en las tres primeras sentencias que resuelven sendas peticiones de reclamación patrimonial al Ministerio de Sanidad interpuestas por padres que tienen vástagos que padecen esa enfermedad, a las que ha tenido acceso en exclusiva LA RAZÓN.

Los padres de los niños partían de la premisa de que la causa primera que ocasiona el autismo no se conoce todavía, aunque sí se admite científicamente que se trata de un desorden neurológico provocado por un agente externo que actúa dañando un cerebro inmaduro, en plena formación. De este modo las vacunas que llevaban tiomersal como conservante habrían podido incidir directamente en esa enfermedad, ya que el mercurio que contienen «infiere en el metabolismo, altera la inmunidad, causa daño cerebral directo y lesiona la mucosa intestinal, llevando a la proliferación de hongos, que no hacen sino intentar atrapar mercurio en su pared celular».

Los primeros síntomas del autismo aparecieron en los supuestos ahora resueltos por la Audiencia Nacional cuando los niños tenían entre los 15 meses y los tres años de edad. Las indemnizaciones reclamadas oscilaban entre los 370.000 y 418.000 euros.

Los demandantes venían a concluir en tres aspectos esenciales: las vacunas integrantes del calendario de vacunación obligatorio contenían tiomersal, que es un conservante «cuya acción neurotóxica es especialmente dañina en los seis primeros meses de vida» y que en estos casos se superaron «los niveles de mercurio», en ese periodo de tiempo, los niveles fijados como máximo por la Organización Mundial de la Salud. Sus hijos, se señala en este punto, desarrollaron el autismo después de que se les administraran las vacunas que contenían tiomersal, «puesto que el mercurio, a elevadas dosis, es altamente neurotóxico, por lo que parece probable que las vacunas provocaran una intoxicación» que derivara en el autismo.

Autismo, antes de nacer
Sin embargo, la Audiencia Nacional rechaza de plano todos los argumentos esgrimidos por los recurrentes –con anterioridad reclamaron al Ministerio de Sanidad–. Así, y tras reconocer que el autismo, hoy por hoy, se presenta con un pronóstico irreversible, en la medida en que no cuenta con cura alguna, y que sus primeros síntomas se manifiestan en los tres primeros años de vida, se destaca que el tiomersal contiene una parte de metilmercurio–no superior en ningún caso al 50 por ciento–, el cual sí tiene una «acción neurotóxica». Este componente tiene una «vida media» de menos de 10 días en sangre y de 14 en el cerebro, lo que hace que exista «poca cantidad» para que pueda penetrar hasta el cerebro y provocar efectos neurológicos.

Con esos «antecedentes», los magistrados abordan el aspecto esencial de los recurrentes: determinar si el compuesto tiomersal que contenía las vacunas infantiles obligatorias tiene o no relación con el autismo. En este punto, analizaron distintos informes científicos sobre la materia que venían a concluir que las cantidades de mercurio administradas «pueden considerarse insignificantes», incluso si se compara «con otras fuentes de mercurio, tanto prenatales, a partir de las madres, como a lo largo de la vida, principalmente por la dieta».

Por lo que respecta a una eventual «sensibilidad al mercurio», la Audiencia concluye que no hay ningún estudio «que resulte concluyente al respecto», pero que ninguno de los analizados «permite afirmar que la cantidad de tiomersal administradas en vacunas se asocie a neurotoxicidad». Así, se destaca que las anomalías que comporta el autismo, a la vista de la literatura científica, no tienen vinculación con el mercurio de esas vacunas. «Los síntomas del autismo no se corresponden con los de una intoxicación crónica por mercurio», se incide para rechazar tal posible conexión.

Junto a ello, se pone de manifiesto que los cambios que se observan en el autismo «ocurren antes de nacer y son diferentes de los que se ven en la intoxicación por mercurio», toda vez que «la neuroinflamación y el daño por el mercurio evoluciona a degeneración y muerte neuronal progresiva, que no es el proceso observado en el autismo».

Retiradas por precaución
La Audiencia rechaza igualmente que la retirada de esas vacunas se venía a reconocer de alguna forma que podían tener relación con el autismo: «Una cosa es que por el principio de precaución se restrinja y retire el tiomersal de las vacunas, que el tiomersal estuviese en las vacunas del calendario de vacunación, que pueda ser tóxico y que en virtud de ese principio de precaución se adopten medidas, aun sin evidencias científicas concluyentes referidas, en general, a la acción del mercurio en el cuerpo humano, y otra cosa bien distinta es que el tiomersal sea causa del «autismo.

 

Movimientos antivacunas y auge de las infecciosas
Las sentencias de la Audiencia coinciden con el auge de los movimientos anti vacunas en España. Supuestos vínculos con el autismo, sin base científica, han hecho que cada vez más padres se nieguen a vacunar a sus hijos. Este movimiento se refleja en las estadísticas del Instituto de Salud Carlos III de enfermedades de declaración obligatoria, como el sarampión y la varicela, que en los últimos años han experimentado un «boom». En el caso del sarampión han sido significativos brotes como el registrado el año pasado en Granada, con medio centenar de afectados. La gravedad del caso fue tal que la Justicia, por primera vez, obligó a vacunar a 35 niños sanos. En algunos casos, incluso, en contra de la opinión de los padres. Fue una medida extrema tomada para intentar frenar un brote de una enfermedad que se creía prácticamente erradicada en los países desarrollados.