Ceuta
No lo entiendo
En medio del marasmo económico al que nos ha arrastrado la incompetencia combinada de ZP, Corbacho o Salgado y el gasto desaforado de personajes como Montilla o Ruiz-Gallardón, las noticias internacionales son pasadas un poco por alto. La presidencia europea está resultando un fiasco de tales dimensiones y retrocedemos a tal velocidad en todos los terrenos que tampoco sorprende mucho. ¡Vamos! ¡Si el día menos pensado vamos a terminar viendo a un ministro en un programa de tele basura embarcado en la imposible misión de defender y explicar la política económica de ZP! Con todo, lo sucedido en las últimas horas en relación con nuestras relaciones internacionales, me ha sumido en un mar de perplejidad. Primero, el régimen teocrático de Marruecos volvió a arremeter contra la soberanía española en Ceuta y Melilla exigiendo que acabáramos con la «ocupación». Después la señora de Kirchner dio lecciones al Tribunal Supremo por cuenta y a cuenta de Garzón. Finalmente, Evo Morales embistió al PP acusándolo de preparar un golpe de Estado contra él amén de intentar el despedazamiento de Bolivia. Como diría Jack el destripador, vayamos por partes. Ceuta y Melilla no han sido nunca marroquíes por la sencilla razón de que el reino de Marruecos es un engendro reciente fruto de tratos coloniales entre Francia y España. No sólo eso. Desde el imperio romano, son ciudades vinculadas a lo que entonces era Hispania; lo siguieron siendo con los visigodos y fueron incorporadas a la reunificada España incluso antes que otros territorios nacionales. Lo de los Kirchner –el Dioni de la pampa y su mujer– no es menos grave. Que se sepa, salvo en los riesgos que implica enriquecerse, ninguno de los dos se jugó el tipo frente a la Junta militar argentina. Luego han incorporado a su gobierno a personajes procedentes del terrorismo montonero y, desde luego, no tienen el menor reparo en financiar a grupos que defienden a ETA como es el caso de las señoras que revolotean en torno a Hebe de Bonafini. Finalmente, Morales es, como sabe todo el mundo, un especialista en determinar las causas de la homosexualidad y de la calvicie, bien es verdad que la primera es una perversión y la segunda, un mero desdoro estético. Todos esos comportamientos –si me esfuerzo– puedo comprenderlos porque, seguramente, ni de la teocracia marroquí, ni de los Kirchner, ni de los seguidores de la Pachamama se puede esperar nada mejor. Sin embargo, hay dos cosas que no entiendo. La primera es el silencio. Se trata de un ZP callado como una Ramoneta mientras la Kirchner daba coces a nuestro sistema judicial, de Moratinos ante Marruecos o del mismo Zerolo –¡Zerolo!– ante Morales. Eso no lo entiendo porque, siquiera en parte, pagamos a esta gente para que defienda nuestros intereses y no para que no digan ni mu ante los déspotas. Pero hay algo que entiendo menos y es que ZP siga metiendo la mano en el bolsillo de los ciudadanos para sacarles el dinero y dárselo a Mohamed VI, a los Kirchner y a Evo Morales. Nos insultan, nos dan lecciones de moral –¡ellos!– nos escupen y encima nuestros mil y un gobiernos les dan el dinero que se recorta de las pensiones, de los salarios de los funcionarios, de los dependientes o de los enfermos. No lo entiendo, sinceramente, no lo entiendo. A menos, claro está, que ZP, Salgado, Zerolo y tutti quanti sean de esos que además pagan la cama.
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