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Gadafi recibe a Jiménez con una lluvia de bombas sobre Misrata

Visita relámpago y ofensiva fulminante del dictador libio para dejar clara su postura: mejor el martirio que la rendición.

La ministra de Asuntos Exteriores posa con los trabajadores del Programa Mundial de Alimentos, con los que España colabora
La ministra de Asuntos Exteriores posa con los trabajadores del Programa Mundial de Alimentos, con los que España colaboralarazon

De poco le sirvió a la ministra de Asuntos Exteriores, Trinidad Jiménez, reiterar ayer en la capital rebelde que la única salida al conflicto es una «Libia sin Gadafi» y su apoyo al Consejo Nacional de Transición (CNT). Muamar Gadafi respondió lanzando columnas de hombres y bombas sobre Misrata. La ciudad permanecía en calma desde hace un mes y sus habitantes estaban a salvo de los combates. Los bombardeos se concentran ahora en la zona de Dafniya, a unos 20 kilómetros al oeste del centro de la localidad, desde donde las tropas gubernamentales lanzaron misiles de largo alcance y golpearon las afueras de Misrata. Al menos 30 personas murieron y 80 resultaron heridas, según dijo a LA RAZÓN un representante de esa localidad desde Bengasi. Sin embargo, los hombres de Gadafi no consiguieron entrar en la ciudad, símbolo de la resistencia.

Los rebeldes aseguraron que «Gadafi no volverá a tomar Misrata, porque no dispone de la misma fuerza que antes», cuando asedió la ciudad durante dos meses. Pero aún de parte de su artillería pesada, que tendría que ser destruida por los helicópteros desplegados esta semana por la OTAN, informa Francesca Cicardi. A salvo de las bombas, en Bengasi, ciudad en la que Gadafi prometió entrar «como Franco hizo en Madrid» cuando comenzó la sublevación, Trinidad Jiménez comprometió el apoyo español a los insurgentes. Aunque la jefa de la diplomacia española evitó cuidadosamente referirse al CNT como «único» representante de los libios, sí reconoció su «legitimidad» y comprometió una ayuda extra de un millón de euros para fines humanitarios. Este empujón financiero convierte a España en el quinto donante mundial con una suma global de seis millones de euros.

Jiménez fue recibida en el polvoriento aeropuerto, con el vicepresidente del CNT a la cabeza, por una amalgama de políticos y agentes de seguridad uniformados de forma heterogénea. Bengasi ya era un bastión opositor, pero la revuelta iniciada el 17 de febrero la ha convertido en la punta de lanza de la revolución. La ministra se reunió con el presidente del Consejo de Transición, Mustafa Abdeljalil, y luego compareció junto a su homólogo, el portavoz Ali El Essawi. Ambos destacaron la gratitud libia con España, «el primer país en afirmar que Gadafi ya no tenía legitimidad». Después de la francesa, la roja y gualda fue de las primeras banderas en ondear en las calles de Bengasi tras conocerse la resolución de la ONU que puso en marcha el 17 de marzo la ofensiva «Odisea del Amanecer». Aún ayer había alguna enseña española en la plaza de los Mártires, rebautizada como Tahrir en honor a los pioneros egipcios.

Trinidad Jiménez declaró en la sede del CNT que «sólo queremos para los libios lo mismo que para nosotros: derechos y libertades». Pero para que eso se produzca van a hacer falta más que buenos deseos. Jiménez participa hoy en Abu Dabi en la tercera reunión del Grupo de Contacto para tratar de diseñar el «mecanismo financiero» que insufle algo de aire a los rebeldes.