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El Congreso inicia obras de reforma para limitar la toma de imágenes en los plenos

Gráficos y «plumillas» sortean como pueden la persecución de los servicios de seguridad de la Cámara Baja.

El presidente del Congreso, José Bono, rodeado ayer por los fotógrafos
El presidente del Congreso, José Bono, rodeado ayer por los fotógrafoslarazon

MADRID- Faltan seis días para que sus señorías vuelvan al trabajo, tras cinco semanas de vacaciones navideñas, y cuando el próximo martes pisen de nuevo el Palacio de la Carrera de San Jéronimo encontrarán un hemiciclo renovado. No, esta vez las obras de reforma no tienen que ver con la acústica del salón de plenos, ni con la iluminación, ni con la galería de retratos, ni con el misterioso sótano, ni con nuevas ampliaciones de despachos. Los obreros que trabajan desde hace días a contrarreloj en el viejo caserón y que han colgado el cartel de «prohibido el paso» tienen un único encargo: modificar las escalinatas de terciopelo rojo situadas en los laterales del hemiciclo y que dan acceso a las tarimas desde donde los fotógrafos acreditados realizan su trabajo. ¿El objetivo? Limitar el espacio a los redactores gráficos que cubren habitualmente la información parlamentaria con el fin de acotar la toma de imágenes durante las sesiones plenarias. Razón oficial: «Dignificar el Parlamento y velar por el decoro de la Cámara Baja». Ésta es la frase que los servicios de comunicación del Congreso esgrimieron ante un grupo de fotógrafos a los que el pasado lunes se convocó a un encuentro informal, en el que se les trasladó cuál sería su único espacio para la toma de imágenes durante los plenos a partir del próximo martes: una especie de compartimentos «bañera» a los que podrán acceder a través de una «puerta de servicio» que se ha abierto en las paredes de la llamada M-30 (pasillo exterior que rodea al hemiciclo).

La Cámara Baja no está dispuesta a que los medios de comunicación publiquen un día sí y otro también escaños vacíos, notas manuscritas de sus señorías, pantallas de ordenador abiertas o sms de teléfonos móviles. Y el propósito final, según admitieron los servicios de comunicación del Congreso es que los informadores gráficos trabajen en régimen de «pool» como ya lo hacen las cadenas de televisión. Los profesionales temen que al final se imponga la distribución de imágenes institucionales a través de la empresa que da servicio gráfico a la Cámara y que se persiga no sólo limitar la movilidad de los fotógrafos en Palacio, sino el derecho a la información parlamentaria. Nada nuevo teniendo en cuenta la opacidad y la falta de transparencia de una institución que ni siquiera hace públicos los órdenes del día de sus órganos de gobierno.


Corrillos periodísticos
Lo cierto es que hace tiempo que redactores gráficos y «plumillas» sortean como pueden la persecución no ya de los servicios de seguridad de la Cámara Baja, sino también de los que acompañan al presidente del Gobierno cuando éste pone un pie en el Parlamento. Los agentes, huelga decir que reciben instrucciones políticas, pero a menudo tienen que lidiar con las protestas de los profesionales de comunicación que se rebelan ante los «espacios acotados», los empujones o las indicaciones de «aquí no sepuede grabar», «aquí no se puede preguntar» o ««aquí no podeis estar». Esto ha ocurrido incluso en el patio interior del Congreso, lugar habitual de corrillos periodísticos al asalto de diputados y ministros y que hace tiempo fue acordonado para no perturbar el paso del presidente del Gobierno ni de su caravana.