ERE

«Se me pueden olvidar 12000 millones he manejado mucho más»

La ex ministra de Fomento alaba la «bondad» de un control que abrió la puerta al fraude de los ERE

La ex consejera de Hacienda Magdalena Álvarez, ayer en el Parlamento andaluz
La ex consejera de Hacienda Magdalena Álvarez, ayer en el Parlamento andaluzlarazon

Sevilla- La vicepresidenta del Banco Europeo de Inversiones y consejera de Economía y Hacienda entre 1994 y 2004, Magdalena Álvarez, acudió ayer a la comisión de investigación de los ERE adoleciendo de una reconocida falta de memoria que le llevó hasta a tener que contar con los dedos cuántos años había estado al frente de la Consejería por la que le cuestionaron los tres grupos parlamentarios. Esta trabajada amnesia y la astuta reclamación de fechas concretas y papeles a los diputados del PP, que provocó que el cronómetro corriera desviando la atención de los asuntos nucleares del caso, le permitieron salir más airosa de lo que se preveía en un principio. Negó conocer las piezas principales de la trama. Dijo que no tenía constancia ni del convenio de julio de 2001, que rubricaron el entonces responsable del IFA Antonio Fernández y el ex consejero de Trabajo José Antonio Viera –que propició la tramitación irregular de más de mil millones de euros en una década–; ni de la partida 31.L, el famoso «fondo de reptiles»; ni del ex director de Trabajo y Seguridad Social encarcelado Francisco Javier Guerrero. «No, no lo conozco. Lo he visto ahora en la tele y creo que no me acuerdo de la cara», afirmó.

También se afanó en explicar el reforzamiento del control por parte de la Junta y especialmente del departamento de Hacienda, que es al que está adscrita la Intervención General. Alabó incluso la «bondad» de la introducción del control financiero permanente en las empresas públicas. Sin embargo, como ya explicó el interventor general entre 2000 y 2010, Manuel Gómez, el laxo control de la Junta fue la pieza clave para que se produjera el fraude. ¿Por qué? Porque la Junta eligió la fórmula de la transferecia de financiación –que Álvarez consideró un instrumento idóneo– para el pago de las ayudas. Con esta transferencia se originó un desplazamiento en la aplicación de los recursos desde la Administración general a este ente instrumental (la agencia IDEA). El modelo elegido, severamente censurado por la Intervención General, iba aparejado a una fiscalización a posteriori y menos exhaustiva que abrió las puertas al fraude.

La también ex ministra de Fomento negó, asimismo, que en algún momento se reuniera con el ex consejero José Antonio Viera para abordar la problemática de la partida 31.L y defendió la tesis, ya apuntada por otros cargos de la Junta, de que en ningún momento su Consejería se inmiscuía en lo que hacía el resto de departamentos. «No sabemos nada de la gestión interna de las otras consejerías porque son autónomas», deslizó a preguntas de la diputada de IU Alba Doblas. También le preguntó esta diputada si alguno de los miembros de su Consejería que acudían al Consejo Rector del IFA (IDEA a partir de 2004) no le informó de los desfases presupuestarios. La respuesta fue desconcertante, pero ajustada al más puro estilo de la dirigente socialista. «No me acuerdo hija, ¡perdón... señoría! Me cuesta acordarme hasta de los directores generales de mi etapa». Tampoco recordaba la transferencia de 12.000 millones de pesetas de la partida 22.E a la 3.1 L en el año 2001. Al referírsele que se trataba de mucho dinero, espetó: «Se me pueden olvidar 12.000 millones, he manejado mucho más». La colección de perlas no se quedó aquí. Cuando la diputada del PP Teresa Ruiz Sillero le inquirió acerca de la agilización de un pago para una empresa minera, lo que probaría que sí existía comunicación con Empleo, dijo: «Han dicho hasta que consulto a una pitonisa para tomar decisiones (...) Como si dicen que soy Peter Pan».