Burriana
Eres tú Madeleine
Una de las últimas veces que dicen que se ha visto a Madeleine ha sido en Nerja. Rubia, de nueve años, inglesa..., pero hay muchas niñas así en este pueblo
Una mujer se desmayó en un bar en el centro de Nerja, en Málaga. Estaba tomando algo con su pareja y dos niñas, una de ellas de unos ocho o nueve años. Rubia. Hubo que llamar a una ambulación porque parecía que a la mujer le había pasado algo grave, quizá por no comer, quizá por vivir en una tensión excesiva. Todos los que estaban en la terraza se fijaron en ella y después la olvidaron, mientras disfrutaban de la playa o de un paseo por el pueblo. Una persona no, un anónimo, vio a también a esta mujer, pero sobre todo se centró en una de las niñas. Se parecía a alguien. Puede que le costase recordar a quién o puede que enseguida la identificase. Sí, estaba claro, era inolvidable: se parecía a Madeleine McCann.
No es la primera vez que en la Costa del Sol se ve a la niña desaparecida hace ya 5 años en Praia da Luz, en el Algarve, en Portugal. Un tercio de la población de Nerja es extranjera y ese porcentaje aumenta cuando llega el verano. Niñas rubias de 5, 6, 9 años corren hacia el colegio o detrás de un balón en la playa de Nerja, todos los días, igual que sucede en otras localidades costeras españolas. Niñas que hablan inglés, que se agarran con fuerza a la mano de quien le lleva. Alguien que a veces no se parece en nada a la niña. Madeleine podría pasar inadvertida. O podría ser vista cientos de veces por ojos que quieren encontrarla.
El tiempo ha pasado y ha tenido que crecer. Era una niña de 4 años y ahora estaría a punto de cumplir nueve. Podría vivir en Nerja, haciendo una vida normal, como cualquier otra niña que crece en el relax y el buen tiempo del mar de Málaga. Podría ir a uno de los cinco colegios de la localidad, con otro nombre, con otra vida. «Nosotros la reconoceríamos», dicen en uno de ellos «aunque aquí no sabemos más de lo que se ha visto en los medios de comunicación. Tenemos niñas extranjeras y las vemos todos los días. Si una de ellas fuese Madeleine creo que lo sabríamos».
Movimientos raros
Hay que estar muy atento para ver a Madeleine o para no verla. La nueva reconstrucción que se acaba de publicar la imagina como una niña que en España no puede ocultar su procedencia inglesa, una pequeña «guiri». Tan parecida a las demás, que podría esconderse en la rutina de la ciudad. Vivir como una chica más a punto de entrar en la adolescencia. Sin que nadie se diese cuenta, hasta que, en fin, se dan cuenta.
Alguien que está atento. Alguien por ejemplo que ve a una mujer desmayarse en un bar céntrico de la ciudad. Cuentan los rumores que es ahí donde empezó la última noticia que se ha manejado en España sobre la hija de los McCann. De repente la historia llega a la Udev, el cuerpo de la Policía española que se dedica a los desaparecidos. Y todo se pone en marcha. Pero de manera oculta, en secreto. Se deja caer a un periódico y después se guarda silencio. No se avisa a la Policía Local de Nerja; en la Guardia Civil y en la Policía de Málaga dicen que ellos no saben, que no se les ha avisado. Una persona con experiencia afirma que durante las últimas semanas se ha visto a gente paseando por el Balcón de Europa, el centro de Nerja. Se movían de manera extraña, como si fueran policías, rastreando, en busca de algo, de alguien. Y uno más lo corrobora: «Sí, no eran policías de aquí y tampoco gente corriente».
Puede que fuesen policías, puede que fuesen gente que pasea muy firme, nada más.
Nerja vive con escepticismo todo lo que ha sucedido durante los últimos días. No pueden estar atentos a cada niña que va a un bar a pedir un refresco o que se baña en la playa pese a que aún no ha llegado mayo y el mar está frío. Oficialmente, la ciudad se muestra indiferente. En la comisaría o en la Guardia Civil, en los corchos, no hay imágenes de Madeleine. Hubo hace tiempo, hace cinco años, cuando era una niña, pero después se guardaron los pósters en un cajón y como todas las cosas que se guardan en los cajones, un día se tiró creyendo que nunca más se iba a utilizar. Ahora no los encuentran, pero tampoco parecen muy preocupados. Se buscan a terroristas y también a gente de aquí que no aparece por casa, una joven que se cree que se marchó con su novio, ocho años mayor... Quien la encuentre que llame a un número móvil, por favor.
Si se encuentra a Madeleine se puede llamar a muchos sitios. Si se teclea su nombre en Internet, aparecen números internacionales y organismos a los que escribir. Madeleine es un fenómeno global, que vuelve a estar presente. Estas semanas, principalmente en Nerja. Si te giras, puedes ver a una niña rubia. Quizá.
Billy Sousa pasó el pasado verano en Málaga. Estaba sentado en la playa de Burriana, en un bar donde el hijo habla castellano con acento andaluz y traduce al inglés las preguntas a su padre. Billy estaba allí, el típico inglés de turismo. Ahora, que está en Inglaterra y ha leído en los periódicos que se está buscando a la niña, ahora que ha visto la reconstrucción, ha recordado. Ha contado al periodista inglés Jerry Lawton que él vio a la hija de los McCann mientras tomaba algo con sus amigos. Era una niña de seis o siete años, de piel blanca y el pelo rubio, algo oscuro. Ella iba acompañada de un hombre de mediana edad, por un hombre que no se parecía a ella. Eso llamaba la atención. No dijo nada en su momento porque no se atrevía. Pensaba que se iban a reír. Cómo iba él a descubrir a la chica que todo el mundo quiere encontrar. Pero si están buscando por aquí, por Nerja, donde él estuvo, donde él la vio. Entonces, puede que sí fuera.
Mucha calma
A lo mejor. «También dicen que la han visto por aquí», cuentan en el paseo peatonal en el centro de la ciudad. «Sí cuentan que la han visto, pero que se ha teñido el pelo y que se ha puesto lentillas en los ojos». Han visto una chica distinta a Madeleine, pero que es Madeleine. Los padres quieren que se hagan caso a esos ojos que la ven en una cafetería en el centro de Nerja o al estudiante que dice ahora haberla visto en la playa Burriana en julio de este año. Scotland Yard asegura que dispone de 195 informaciones que hacen posible reabrir el caso. Y los padres de la niña ponen dinero para que no se olvide a su hija desaparecida. Se busca a Madeleine, o quizá a una niña que se parece. En Nerja se lo toman con calma. Es mejor no pensar en eso, porque podrían obsesionarse. En el centro del municipio, un hombre de toda la vida, con otros problemas y que nada tiene que ver en esta historia, va preguntando a los de Nerja y a los extranjeros: «¿Sabes que podías ser un niño/a secuestrado?». Y lo pregunta en todos los idiomas.
«Nos gustaría tener los medios que ellos tienen»
Las asociaciones españolas de desaparecidos viven con esperanza y algo de envidia la importancia mediático que tiene el caso de Madeleine McCann (en la imagen, en una reconstrucción como si ahora tuviera nueve años) en comparación con lo que sucede con otros niños desaparecidos españoles. Mientras ven como los padres de la niña manejan dinero, los medios son sus aliados y ha contratado una empresa de detectives que no hace declaraciones sobre el asunto, otros casos pasan en silencio y sin resolverse. «Nos gustaría contar con los medios que ellos tienen», dicen, pero lamentan que en España es imposible lograr que un desaparecido se vuelva tan importante para casi todos. No censuran lo que se hace con la niña inglesa. Al revés, consideran que ese es el modelo a seguir en los casos en los que hay un niño español desaparecido. Prestar atención a todas las llamadas, luchar para que no se dé por cerrado, pintar retratos robot.
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